Teresa
González
Engendro
del viento en mi pupila
que
retoza con la vida
traveseando
el cuerpo espigado del maizal.
Te
has ido lejos ojo mío
sobrevolando
la casa del canario hijo del sol.
No
sé qué nostalgia traes de mi infancia
moviendo
veraneras cada tarde
sobre
los grises techos de los nidos humanos
donde
hechizado camina mi rayo de luz.
Cuanto
ritmo agradecen sus cabellos
que
verdes atrapan tu energía
para
conversar con tu alma ante mi desnudez.
Cuantos
colores
en
las flores tus doncellas,
que
coquetear haces
a
tu antojo irreverente,
oh,
príncipe milenario de los mil amores,
que
hoy me robó la incógnita nostalgia
que
se luce cada tarde
en
el movimiento lejano del maizal.
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