Agustín
Armas Hernández
Lo
último que queda en la resaca festera portuense, la celebración y devoción por
la Virgen del Carmen en la tradicional e histórica Capilla del Muelle Pesquero
portuense, construida por los marinos, pescadores y pescaderas del famoso
barrio de La Ranilla.
Pocos
días quedan ya, para terminar el mes de julio, ¡que rápido pasa el tiempo! mes
a lo largo del cual se celebran las fiestas principales del Puerto de la Cruz.
En honor al Gran Poder de Dios y a la Santísima Virgen del Carmen, como todos
sabemos, se organizan numerosos y variados actos, religiosos unos y lúdicos
culturales otros.
Miles
de personas, cada año muchas más, se acercaron a la ciudad turística (Puerto de
la Cruz) para disfrutar de los festejos programados. Unos vienen atraídos por
la fe que le profesan a las sagradas imágenes y otros con la intención de
participar en los actos lúdicos o simplemente a pasear o curiosear. Muchos
atractivos tienen el Puerto de la Cruz para ello.
Dos días al año le son gratos a los
portuenses: el domingo en que se celebra la festividad del Gran Poder de Dios,
y el martes dedicado a la Virgen del Carmen con su embarque y el paseo marítimo
terrestre.
Los
ciudadanos del Puerto de la Cruz nos sentimos muy orgullosos y contentos al
contemplar la multitud de personas que con motivo de las fiestas nos visitan.
Vienen de todos los pueblos de la isla e incluso allende los mares (del resto
de las islas Canarias y, también, extranjeros que pensando en sus vacaciones
eligen el mes de julio para poder participar con nosotros en las fiestas).
¡Qué
bonitos y solemnes estuvieron, este año 2018, los actos litúrgicos dedicados al
Gran Poder de Dios y a la Virgen del Carmen! Sobre todo, los del lunes 9 de
julio en la misa que en acción de gracias en honor a la Sagrada Imagen del Gran
Poder. Por algo quiso quedarse en el Puerto de la Cruz, cuando era destinado a
la isla de la Palma. A qui quiso quedarse para siempre. La procesión del
Domingo, tarde/noche fue de un recogimiento y silencio extraordinariamente
admirable. Solo el sonido de las tracas y ruedas de fuego al Gran Poder de Dios
ofrecidas, rompían el silencio y la quietud de la noche. Miríada de cohetes y
cascadas luminosas subían y bajaban explosionando e iluminando con profusión de
lindos colores el espacio portuense.
¡No
pasa nada, la Virgen está embarcada! Con esta exclamación jubilosa, cada año
más arraigado, se expresaban eufóricos los jóvenes pescadores portuenses al
terminar de subir a la lancha a la Virgen del Carmen. Miles de personas, unas
cuarenta mil, venidos de afuera se unen a esta gran alegría que brota
espontáneamente del corazón de todos los ranilleros. Ver a su patrona y “Reina
de los Mares” entronizada en la barca, y que salga bien, es de una gran alegría
para ellos, y respiro de alivio para todos los que contemplan el embarque en la
inestable y balanceante lancha.
Tenemos
que coincidir, este año, también, con el satisfecho y entusiasta Ruyman García
(concejal delegado de las fiestas del Puerto de la Cruz) al decir que: “el
comportamiento de los cargadores de la Virgen del Carmen fue ejemplar y
correcto”. Mucho mejor que el año anterior, sin duda alguna. Pero mucho nos
queda en general, para que nuestras fiestas, mayores, vuelvan a ser o parecerse
a las que antaño, se programaban. Ejemplo de espiritualidad y respeto en los
actos litúrgicos. Se traían invitados a la iglesia matriz de la Peña de Francia
a los mejores oradores sagrados conocidos, que con su santa y docta palabra
conmovían, las entrañas de los fieles creyentes. (En honor a la verdad esto se
ha conseguido este año 2018) ¡Gracias!
Actuaban
por calles y plazas de la localidad (antaño pueblo, hoy opulenta ciudad) las
mejores bandas de música de la isla: la del Regimiento de Infantería de
Tenerife que solía acompañar al Gran Poder en su procesión, la de Arafo, Santa
Cruz de Tenerife, Orotava, Realejos, etc.
Eran fiestas ofrecidas al Gran Poder de Dios y a la Virgen del Carmen.
Por lo tanto, sobresalía la solemnidad litúrgica-religiosa como las funciones
artísticas-culturales. Se introducían y toleraban actuaciones lúdicas, pero
imperaba y sobresalía lo religioso y artístico. A las dos sagradas imágenes se
les ofrecía lo mejor precisamente porque de ellos nos viene lo mejor...
Si
al acto de la tarde (embarque y procesión de la Virgen del Carmen) asiste mucha
gente, no muchos menos concurre en la mañana de ese mismo día a la misa que en
la capilla del muelle pesquero se le ofrece a la Santísima Virgen del Carmen,
allí ubicada. ¿Qué les atrae? Puesto que cada año vienen a la misa muchas más
personas. Sin duda alguna, la fe y el amor que le tienen a la Virgen del
Carmelo. Pero también la curiosidad y la novelería. Mucho tiene que ver la dicha
curiosidad y novelería con el recital poético que al terminar la función
religiosa se le ofrece a la Virgen. En la actuación que resulta ser espontánea,
no organizada, suelen participar buenos poetas y populares rapsodas, estos
últimos casi siempre pescadores y pescaderas que con su simpatía y labia hacen
la delicia de los que ahí acuden. Participa todo el que quiera y se sienta
inspirado, entre ellos me cuento. Se aplaude lo sobresaliente y lo que no lo es
tanto, actúan personas versadas y otras de bajo nivel literario. Se aprecia y
se perdona también, como solemos hacerlo los nobles y buenos ranilleros. Y al
final, todos alegres y contentos por haber participado en la eucaristía y el
recital poético en honor y por amor a la “Reina y Estrella de los Mares”.
Señor
García, concejal de fiestas, sugiero quitar la paja y dejar el trigo, más
solemnidad en lo religioso, (dialogo con el párroco), belleza en lo artístico y
amplitud y calidad en lo cultural. Aunque para ello tenga que eliminar algunos
actos lúdicos que no concuerdan ni vienen al caso. Lo valoraríamos mucho y le
felicitaríamos por ello. Que las fiestas de julio de nuestro pueblo vuelvan a
ser lo que fueron está en sus manos y en la de sus colaboradores. Si no los
tiene, o faltan buenos, ¡búsquelos, los hay, seguro que aceptarían con gusto!…
Un
caso que tendríamos que corregir para el próximo año sería, por anómalo, el
siguiente: no abrir la caseta al público donde se sirven los desayunos
(chocolate y churros) hasta que termine totalmente el acto que, en la explanada
del muelle, se le ofrece a la Virgen del Carmen. No solamente la misa sino, al
igual, el recital poético. Acabadas las dos funciones sírvase a los convidados.
No antes, pues el ruido de sillas y personas hablando y en movimiento entorpece
el empiezo y concentración de los bates que se disponen, terminada la misa, a
actuar.
Por
otra parte, aprovecho la oportunidad que me ofrece el periódico “El Día”, para
felicitarle por los actos y festejos que han mejorado mucho, sobre todo en las
exhibiciones pirotécnicas, y a la Hermandad del Gran Poder de Dios por la
procesión tan ordenada. Además, al señor cura párroco que tanto tiene que
sufrir por mantener el orden y el silencio en la iglesia. ¡Felicidades a todos!
Especialmente a los cargadores y coro de la Virgen del Carmen. ¡Qué superación,
en cantidad y calidad!
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