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domingo, 8 de julio de 2018

NAUFRAGIO DE AMOR, LIBRO DE POEMAS DE UNA POETA PALMERA


Rosario Valcárcel

La poeta Consuelo Rodríguez presenta en el Museo Poeta Domingo Rivero su poemario Naufragio de amor, un acto literario arropado por las voces de una docena de poetas. Una noche de emociones y amigos amenizada por el piano de Menchu Mediavilla.

Empecé a escribir a los doce años para revelarme contra mí misma, pero la timidez me impide desvelar mis sentimientos”,  Consuelo Rodríguez.

Conocí a Consuelo Rodríguez a través de las redes sociales: por casualidad. Y en seguida me habló de su poesía, de un nuevo libro titulado “Poemas”. Me invitó a presentarlo en la isla de La Palma, en Aridane. Y la verdad, esa petición me pareció algo tan inocente y al mismo tiempo tan bello, teniendo en cuenta mi cariño por la isla y por sus habitantes, que le pedí que me enviara un libro para leerlo. Desde la primera lectura me propuse esbozar unas líneas. Presentarlo.

A partir de ese momento creció entre nosotras una estrecha amistad que me llevó a la lectura de sus poemarios: “Poemas” y “Naufragio de amor”, libros que me han servido para alcanzar ese inusitado enigma que encierra la poesía suya. Para aceptar y reconocer que el verso de Consuelo da cabida a todos y a cada uno de los temas esenciales del ser humano: la pérdida, la melancolía, el amor, y siempre  el desamor. 

Después, /de tanto tiempo sin venir/ llegaste a mí/ vestido con carros/ de fuegos celestiales, / yo entonces te hubiera querido. / Y mi alma se hubiera convertido/ en un sí…

Siempre el desamor, como si la poeta sintiera dentro de ella un árbol que echa raíces, que se despliega, le oprime las entrañas y conquista su propia soledad. Una soledad que ella desgrana de la memoria y de la experiencia amorosa, de los deseos insatisfechos y el crudo desencanto por la existencia, por ese caminar asfixiada, al borde del abismo igual que una náufraga. Tanto que cabría preguntarnos ¿Son estos versos autobiográficos? Y nos responde el poema:


Sí, desenredé los edredones casi al apagarse, / sutil y plácida me detuve a contemplar la lluvia. /Anduve cerca… de copiar almanaques/ columpiándome/ en los dioses del día/ los rojos pétalos me cubrieron de plumas los pies/ Y te quise cuando solo vi mi rostro/ dentro de las tinajas que alumbraban mi sed…/ El patio aquel era la vida/ que acaricia por dentro el sosiego/ de las últimas gotas de la tormenta. / Sí, aunque no lo creas te quise, / deje al borde del camino enjambres rotos, / peldaños de júbilo, / canciones salvajes, cuerdas de guitarra,/ el Sol en los días del Oeste./  Te quise y tú lo sabes, aunque me pongan una corona/ de oro y laurel en la frente, no renunciaré a volver/ al mar… al silencio… a los pinos… al barro…./ Te untaré con mis dedos la frente/ y volverás a escuchar la voz que te dice: Vuelve.

Consuelo Rodríguez siempre está dispuesta a recuperar los recuerdos y a construir imágenes poéticas, historias de amor y de desamor que bullen en su cabeza. Poemas que exhalan por un lado la pasión estremecida y por otro un olor a tristeza contra el mundo y su destino personal. Un proceso poético que no es el resultado de una búsqueda sino la plasmación de un encuentro.

Para ello simboliza los sentimientos en imágenes desgarradas que abren sus fauces al paisaje de su Tierra, a las canciones y los cuentos, a la magia de la vida cotidiana. A la contemplación de la lluvia y la monotonía de los días, al paso del tiempo y la sensación de que nunca sucede nada en la isla de La Palma.

Y en sus noches de insomnio en que le asaltan repentinos accesos de miedo, Consuelo rememora con energía desatada los sentimientos, los sueños, los amores perdidos, la desesperación… Entonces se aferra al borde del naufragio, e igual que una breve historia de amor machadiano, sueña el poema. Lo crea. 

Recuerdo el hogar/ y un suspiro inquieto al entrar la noche oscura. / Lloraba recordando los días que me entregué/ a ti como una espiga de trigo/ abierta al roce de los pies/ pero distantes muy distantes de la diosa Nyx/ que mojaba la noche bajo su manto.

“Naufragio de amor” es un libro con una bella portada de Goretti Rodríguez, editado por NACE, Nueva Asociación Canaria para la Edición, en el que Consuelo Rodríguez explora la siempre literaria imagen del naufragio, de ese naufragio mudo, de ese naufragio del espíritu del que hablaba el poeta Luis Natera, de esa “pasar humano” por la vida, alcanzar la isla y sobrevivir.

Pero en “Naufragio de amor” también hay momentos para la exaltación como cuando se refiere al poema:

Pronto se reirán de mí los suburbios. / Los acompasados / Relojes del tiempo muerto/ Las vasijas llenas de vino que derraman la noche. / Pronto, pronto llegará la luz, reiré a carcajadas. / Y oiré música detrás de los juncos del Nilo.

O momentos para la profunda pasión y los sueños puros, para amar la vida con intensidad, observar esas parejas cogidas de la mano retornando el vuelo hacia su adolescencia, volviendo a resucitar con el sol, como afirma la poeta. Momentos llenos de esplendor con la palabra y con sentimientos hechos melancolía, sombra y dolor.  

Un descubrimiento Consuelo Rodríguez, una poeta fiel a sí misma que escribe para proyectar  su realidad en direcciones múltiples, dolientes, reflexivas, profundamente humanas. 

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