Lorenzo de Ara
Le recomiendo al
Gobierno del Puerto de la Cruz que, si no puede ser ejemplar, al menos no que
no se empeñe en ser ejemplarizante.
Todos, del
“Primero” al último, se creen preparados para la fama y en realidad no lo
están. Ah, sí, hablo de fama cuando escribo de política. De políticos. De los
nuestros. De los que nos mandaron y de los que nos mandan en 2019.
Analíticamente
perezosos los periodistas locales llevan el tedio como compañero de profesión.
El Puerto de la Cruz es el maná que nunca falla para emborronar una pantalla de
ordenador todavía en blanco. Para rellenar minutos en televisión y en radio.
¡Si lo sabré yo! La ciudad geográficamente más grande del mundo, según Juan
Cruz, es el motor de la información/entretenimiento del presente. (Reflexionen
ustedes sobre información/entretenimiento).
Los partidos
políticos deberían ser “templos unamunianos”. (Es lo que tiene leer a Jorge
Bustos). Pero son recipientes para depositar basura.
En el ámbito local
la basura se acumula en los grandes partidos. Y además prospera. Todo lo que no
es basura termina cansándose de la obsolescencia de la trituradora
partitocrática.
A mí (que no soy
mediocre) jamás se me pasaría por la cabeza encabezar una plancha política o
acompañar al cafre de turno que exigirá (con disfraz de franciscano descalzo)
el voto a ese vulgo dispuesto a dejarse mal follar por una nevera, un trabajito
temporal, una ayudita familiar. ¿300 euros en mano “y mira bien donde los
gastas”?
¿Recuerdan ustedes
a María Dolores de Cospedal? ¡Claro que sí! Ella confiesa en “El Mundo”, que se
fue de la política con un sabor amargo y que nunca volvería a ella.
Pobrecita. ¿Fue Cospedal una aparición
mariana a la que el populacho despreció y la jerarquía de su iglesia ninguneó
hasta devolverla al infierno de Dante (católico)?
Con tetas o sin
tetas, la política en el Puerto de la Cruz siempre ha estado sobrada de Marcos
(Marcos Brito Gutiérrez no entra en esta lista de cíclopes), Salvadores, Lolas,
Evas, y el largo etcétera de nombres/nombretes que entraron y salieron de despachos
grandes y pequeños. Nunca zulos. Y eso quiere decir que, mientras en La Orotava
no han necesitado del Puerto de la Cruz para prosperar, esta ciudad, donde todo
hijo de intelectual progre comienza por leer el blog del abuelete, y luego ya,
si eso, “La isla del Tesoro” o “Los anales de Álvarez Rixo”, acepta como dogma
de fe que primero Dios creó las calles y el muelle pesquero del Puerto, para
luego seguir con el resto del mundo y sus maravillas.
Muchas veces mi
amigo Eduardo Zalba irrita a los petulantes. No sé lo que vota Zalba, ni él
sabe lo que yo voto. Pero sí sé que Zalba es, no, mejor dicho, debería ser, el
prototipo de hombre libre y con derecho a voto en una sociedad democrática sin
complejos.
Con muchos Zalbas
por el Puerto de la Cruz, y eliminados los conmilitones, los políticos serían,
quién sabe, hombres egregios, desafiando el despotismo de los mediocres, esos
que todos los días de Dios se acercan al ayuntamiento para preguntar por lo
suyo (lo mío). ¿Qué hay de lo mío?
“Lo mío” llena
urnas. “Lo mío” hace grande al que es liliputiense desde la cuna.
Celebramos el
Carnaval de Verano.
Los socialistas
(¿republicanos?) eligen Rey del Carnaval.
Los tres
mosqueteros a la izquierda de la rosa marchita (a mí el lenguaje inclusivo me
la trae floja) le han cogido el gusto a las apariciones estelares. También al
euro, porque es necesario para comer y cargar con la “cruz” de gobernar.
Por supuesto que
todo es chiripitifláutico.
O sea, que mientras
La Orotava prospera (y mucho que me alegro), el Puerto de la Cruz (29.000 camas
y 87% de ocupación) continúa esperando por lo que Ignacio Camacho dice con
magistral elegancia: “…se llama respeto, ascendiente, prestigio, y es lo que
más se echa de menos en el páramo en que se ha convertido el oficio político.”
¿Será que cualquier
impostor (foto fija de la risita del Popeye político) puede dar lecciones de
moral y de buen gobierno, aunque no se le atribuya vía certeza empírica un
logro en tres meses de mandato?
¡Viva el Carnaval
político del Puerto de la Cruz!
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