Lorenzo de Ara
Todo es hembrismo.
Machismo en mujeres. Por supuesto en las escuelas y en los partidos políticos.
Es el nuevo código
deontológico de los medios de comunicación.
Hembrismo para ser
demócrata cabal, progre, tipo guay. Inteligente. Descaradamente solidario, y
con el culo acomodado en el sofá del salón decorado gracias al opulento mundo
opresor capitalista.
Al feminismo lo
enterraron vivo. “Kill Bill”, Uma Thurman saliendo del ataúd y prosiguiendo con
la venganza. “¿Un vaso de agua, por favor”.
El hembrismo se
desnuda y enseña la grotesca fisonomía de la nueva dictadura. Quizá le sirva
para el invierno la bandera de las siete estrellas verdes. La Estelada. ¿La
serpiente de las vascongadas?
No es suficiente
con el “todes”, siempre hay más. Pero el “todes”, recuerden, es una guerra
pacífica en defensa del lenguaje.
Arturo
Pérez-Reverte y la RAE, por ahora, no muestran debilidad. Inexpugnables. Firmen
mantienen el “no pasarán”. ¿Quiénes no pasarán?
El hembrismo, los
portadores de la peor dictadura que el ser humano pueda imaginar. Aunque
todavía revolotea en la democracia liberal la pasión carnal por el comunismo
que se tolera. Es más, se vota con incultura democrática.
Igual de
destructiva es la horrenda mentira “un hombre, un voto”, convertida en verdad
para satisfacción del vulgo/masa y los sátrapas de los partidos políticos.
El hembrismo forma
parte de esa misma falacia.
Pregonan que la
democracia lo aguanta todo. No estoy tan seguro. Sánchez se aprovecha de ella y
la destripa.
La historia está
ahí para que sepamos que la revolución francesa en nada se igualó a la de las
13 colonias americanas.
La guillotina
(hembrismo en el siglo XXI) fue la herramienta para “liberar” al pueblo del
yugo de la monarquía absolutista.
Hoy toca el
lenguaje inclusivo para la liberación fecunda de los oprimidos.
La cabeza vacía es
igual de inútil que el jarrón chino en política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario