Lorenzo de Ara
Gracias a Juan
Manuel de Prada puedo hoy hablar del “demócrata fetén”, y también del
fulanismo, y aprovechar para rescatar de la memoria una máxima de Unamuno,
perfecta para obtener una fotografía de España, pero también de un Puerto de la
Cruz pluscuanperfecto: “El caciquismo es la única forma de gobierno posible en
España, dado nuestro íntimo estado social”.
Me he propuesto,
tras leer varios libros de Oriana Fallaci, decir lo que pienso, pero con rabia
y orgullo. Mucha rabia, mucho orgullo.
Espantar a los que
no quiero a mi lado.
Demasiado tiempo
cargando con la hipocresía, la cobardía y el buenismo consistente en dejar que
opinasen siempre los gilipollas, los mostrencos, los apaniaguados, los doctos
salidos de universidades donde memorizaron asignaturas, pero jamás de los
jamases se dejaron poseer por la cultura.
Orgullo y furia a
todas horas.
Tal como afirma
Pedro G. Cuartango, “cualquier persona que intente comprender el mundo en el
que vive tiene que elegir hoy entre iniciar una búsqueda individual de la
verdad o apuntarse a los dogmas establecidos”.
Y no hay más que
añadir.
Así que quiero
empezar por exclamar, a ser posible ante la trompa sucia, fea, grotesca y a
menudo amorfa de los progres de tres al cuarto del Puerto de la Cruz (me pillan
más cerca), que “se ha creado un estado de opinión en el que cualquiera que no
asuma los postulados oficiales del feminismo, la memoria histórica, el cambio
climático, los derechos LGTBI o la superioridad moral de la izquierda es un
reaccionario. No es que yo esté en contra de esos colectivos porque en muchas
cosas pueden tener razón, pero la forma de imponer sus ideas resulta
aborrecible”.
Entrecomillo porque
es, tal cual, aseveración de Cuartango. Y la comparto.
Como puede observar
el lector, no sigo el exitoso camino de Sánchez (PSOE) ni el de Manuel Cruz
(PSOE), que en el arte del plagio son maestros consumados. Las comillas son
herramientas imprescindibles, sobre todo si el que escribe es un autodidacta
empobrecido por malos empresarios y decisiones personales que se pagan ahora
recibiendo la mesada más injusta.
Yo veo el mundo
desde mis libros. No necesito la tele. Bueno, la de Pepe López sí, pero sólo de
vez en vez, y porqué la de Pepe López, ah, bueno, es sencillo, porque muchas
cosas que piensa, cree y dice el director de esa tele son compartidas por un
servidor. ¿Queda claro?
El “demócrata
fetén” es un pollaboba remilgado que nunca se cansa de faldar, y con una
elasticidad verbal que hace posible que llegue sin cansarse a la masa/vulgo con
derecho a voto. Y hablo del Puerto dela Cruz, insisto.
Y el fulanismo en
el progresismo, que nadie se equivoque, es más virulento y más directo que en
las fuerzas políticas del centro derecha. Y vuelvo a recordar que seguimos en
el Puerto de la Cruz.
Ah, sí, el
fulanismo es marca Psoe y extrema izquierda. De toda la vida. Desde que
instauró la democracia y con batuta o mano de hierro se implantó en la ciudad
la creencia de la que la urbe es, y siempre será, ciudad socialista.
Esta convicción
radica en la testa de Marco González (aunque no haya leído jamás a Maquiavelo,
¡ni puñetera falta que le hace!).
Fulanismo que se
extiende como la pólvora por barrios y almas. Sobre todo almas.
Si en la derecha
cunde el desánimo, ocultado con una sobreactuación de patriotismo local que
conmueve y a veces hasta produce vergüenza ajena, en la izquierda y extrema
izquierda gobernante hay un supremacismo cargante, una maleabilidad diaria que
induce a creer que no se tiene idea de lo que es la gobernanza.
Pero la sacrosanta
verdad de un hombre un voto es hoy lo más ponderado en este municipalismo
avinagrado.
Arturo
Pérez-Reverte (Amén) concluye: “En España especialmente, la inteligencia es un
pecado, no actuar en rebaño es un pecado. Del mundo tienen que tirar las
élites, las masas no tiran del mundo, y esas élites las están exterminando en
el colegio porque las están acomplejando y haciéndoles sentirse culpables. Esa
inteligencia aplastada es molesta, incomoda, en la política, en la cultura, en
todo”.
Al “demócrata
fetén”, a ese fulanismo fotogénico del siglo XXI, al caciquismo en la política
municipal que se ramifica lenta pero inexorablemente. A estos tres males dedico
mi columnita de hoy. Tres “virtudes” que el votante aborregado estima casi más
que una victoria del C.D. Tenerife.
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