Pedro Ángel
González Delgado
Hoy ya se puede
disfrutar del Parque Inclusivo El Laurel, en la Urbanización La Paz, en el
término municipal de Puerto de la Cruz. Primero de su clase en las Islas
Canarias, nació, creció y prácticamente se finalizó bajo la alcaldía del
Partido Popular en la ciudad turística. Ahora son otros quienes lo inauguran,
pero eso no es lo importante, pues lo sustantivo es que la ciudadanía en
general puede deleitarse de un lugar que da pie a construir una sociedad mejor,
ya que no se trata, como decía Altamirano, hora de buscar la tumba de los
mártires donde crecen los laureles de la victoria.
En un espacio
abierto versátil de cinco mil ochocientos metros cuadrados, compuesto por zonas
en las que de destacan y potencian diferentes franjas sensoriales, se
intercalan superficies de recreo distinguidas por colores, con la naturaleza, y
en la que los sentidos tienen una especial relevancia. En este parque puede
observarse el cariño y la ilusión que promotores del proyecto, equipo redactor
del mismo, organismo que lo financia, personas que han aportado sus ideas y, en
definitiva, todo aquél que ha podido colaborar. Y así, recordando en este
momento lo que nos decía José Saramago, cuando expresaba que no había que
olvidar que lo que hoy llamamos realidad fue imaginación ayer, es como podemos
hacernos una idea del nacimiento de este planteamiento que hoy es palpable.
De ese modo, con
visión de futuro, desde el inicio del mandato 2015/2019, a través de la
Concejalía de Relaciones Institucionales, se contempló la necesidad de
convertir la ciudad de Puerto de la Cruz en accesible, pero no únicamente a
través de la adaptación de las aceras para superar las barreras
arquitectónicas, sino con lugares en los que todos, niños y adultos, pudieran
disfrutar conjuntamente, no de forma exclusiva, sino inclusiva. Una ciudad que
contará con espacios en los que se construyera una comunidad en la que los
niños con dificultades pudieran jugar de forma natural con aquellos que no las
tienen, como iguales, porque lo son, y que no se limitase única y
exclusivamente a la colocación aleatoria de juegos y columpios adaptados. Una
ciudad que cuente con espacios, juegos y columpios que se pudieran utilizar
conjuntamente con otros, sean niños o adultos, integrados en el lugar en el que
se ubica, y que tuviera carácter multifuncional, sirviendo tanto para el juego
infantil como lugar de descanso, lectura o, incluso, de un paseo.
Hubo que hacer ver
- convecer es más difícil - que era un proyecto social y para la sociedad en
general que, además, dinamizaría la zona, y que no se trataba de aislar a
nadie, sino más bien, como ahora se puede ver, de integrar al conjunto de la
ciudadanía. Pero no está todo hecho. No es más que el primer paso, importante,
pero el primero, de una idea de ciudad mejor y única accesible para todos. Una
ciudad que no necesite de flotadores para no sumergirse, sino que cuente con
las herramientas propias adecuadas para que se quiera estar siempre en ella.
Como su propio nombre indica, El Laurel, debe seguir un tronco recto, crecer de
forma lisa, sin estridencias, para que con su gran sombra se consiga el lugar
que, como nuestro clima, suave y fresco, se pretende para toda la ciudad.
Por ello, como se
decía, es el primer paso de algo mayor, concretamente de la denominada Red Plan
de Barrios Verdes, en el que dentro de sus fases está el establecimiento de
parques infantiles y zonas recreativas en distintos núcleos poblacionales de
Puerto de la Cruz. Y es que lo social no es patrimonio de nadie en exclusiva, es
de todos. De esa suerte, en la culminación de esta gestión realizada es donde
se puede apreciar el compromiso con las personas, con la ciudad. Se resalta la
apuesta por convertir al municipio en una localidad que le aportase a todos, en
la que todos se sientan cómodos y que, además, rompiera etiquetas. Demuestra
que se sabía lo que se hacía y que sí existía una idea de ciudad. Quizá, para
quién que quiera verlo, esta actuación pone en evidencia a los que mucho han
venido ofreciendo porque, a buen seguro, no van a cumplir.
En política, la
sensibilidad con las personas no sólo se demuestra con la sonrisa y abrazo
fácil unido a frases grandilocuentes. Hace falta gestión comprometida en la
solución a los problemas diarios reales que se encuentran los ciudadanos, y el
Parque Inclusivo El Laurel es un buen ejemplo de ello. Se apostó por un lugar
que aportase a la ciudad, que sirviera para todos, y en el que cualquier
persona se sintiese cómoda, y que, además, no se estereotipase a nadie. Este
primer e importante paso en el camino trazado forma parte de un plan ambicioso.
Ya no se trata de hacer zonas de juego con dos ó tres columpios y un banco para
que, mientras los niños hacen como que no se aburren, los padres consulten su
móvil allí sentados, sino de crear una red de parques infantiles - zonas
recreativas que constituyan lugares de convivencia, en los que las familias
pudieran reunirse, tanto los abuelos con sus nietos, como los padres con los
hijos, estos con sus amigos, etcétera, y que deberá continuarse como estaba
previsto en las zonas de La Vera - San Antonio, Las Dehesas, Punta Brava y en
la querida Plaza del Charco. Se debe continuar en la línea de crear estupendas
zonas de encuentro, para poder disfrutar de momentos en comunidad, sin
necesidad de tener que desplazarse a otro municipio para ello, con trabajo
serio y riguroso, y, despertando, si hace falta, a los actuales regidores de
los laureles donde ahora parece que ya duermen.
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