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sábado, 21 de septiembre de 2019

EL LEGADO DE EL LAUREL


Pedro Ángel González Delgado

Hoy ya se puede disfrutar del Parque Inclusivo El Laurel, en la Urbanización La Paz, en el término municipal de Puerto de la Cruz. Primero de su clase en las Islas Canarias, nació, creció y prácticamente se finalizó bajo la alcaldía del Partido Popular en la ciudad turística. Ahora son otros quienes lo inauguran, pero eso no es lo importante, pues lo sustantivo es que la ciudadanía en general puede deleitarse de un lugar que da pie a construir una sociedad mejor, ya que no se trata, como decía Altamirano, hora de buscar la tumba de los mártires donde crecen los laureles de la victoria.


En un espacio abierto versátil de cinco mil ochocientos metros cuadrados, compuesto por zonas en las que de destacan y potencian diferentes franjas sensoriales, se intercalan superficies de recreo distinguidas por colores, con la naturaleza, y en la que los sentidos tienen una especial relevancia. En este parque puede observarse el cariño y la ilusión que promotores del proyecto, equipo redactor del mismo, organismo que lo financia, personas que han aportado sus ideas y, en definitiva, todo aquél que ha podido colaborar. Y así, recordando en este momento lo que nos decía José Saramago, cuando expresaba que no había que olvidar que lo que hoy llamamos realidad fue imaginación ayer, es como podemos hacernos una idea del nacimiento de este planteamiento que hoy es palpable.

De ese modo, con visión de futuro, desde el inicio del mandato 2015/2019, a través de la Concejalía de Relaciones Institucionales, se contempló la necesidad de convertir la ciudad de Puerto de la Cruz en accesible, pero no únicamente a través de la adaptación de las aceras para superar las barreras arquitectónicas, sino con lugares en los que todos, niños y adultos, pudieran disfrutar conjuntamente, no de forma exclusiva, sino inclusiva. Una ciudad que contará con espacios en los que se construyera una comunidad en la que los niños con dificultades pudieran jugar de forma natural con aquellos que no las tienen, como iguales, porque lo son, y que no se limitase única y exclusivamente a la colocación aleatoria de juegos y columpios adaptados. Una ciudad que cuente con espacios, juegos y columpios que se pudieran utilizar conjuntamente con otros, sean niños o adultos, integrados en el lugar en el que se ubica, y que tuviera carácter multifuncional, sirviendo tanto para el juego infantil como lugar de descanso, lectura o, incluso, de un paseo.


Hubo que hacer ver - convecer es más difícil - que era un proyecto social y para la sociedad en general que, además, dinamizaría la zona, y que no se trataba de aislar a nadie, sino más bien, como ahora se puede ver, de integrar al conjunto de la ciudadanía. Pero no está todo hecho. No es más que el primer paso, importante, pero el primero, de una idea de ciudad mejor y única accesible para todos. Una ciudad que no necesite de flotadores para no sumergirse, sino que cuente con las herramientas propias adecuadas para que se quiera estar siempre en ella. Como su propio nombre indica, El Laurel, debe seguir un tronco recto, crecer de forma lisa, sin estridencias, para que con su gran sombra se consiga el lugar que, como nuestro clima, suave y fresco, se pretende para toda la ciudad. 

Por ello, como se decía, es el primer paso de algo mayor, concretamente de la denominada Red Plan de Barrios Verdes, en el que dentro de sus fases está el establecimiento de parques infantiles y zonas recreativas en distintos núcleos poblacionales de Puerto de la Cruz. Y es que lo social no es patrimonio de nadie en exclusiva, es de todos. De esa suerte, en la culminación de esta gestión realizada es donde se puede apreciar el compromiso con las personas, con la ciudad. Se resalta la apuesta por convertir al municipio en una localidad que le aportase a todos, en la que todos se sientan cómodos y que, además, rompiera etiquetas. Demuestra que se sabía lo que se hacía y que sí existía una idea de ciudad. Quizá, para quién que quiera verlo, esta actuación pone en evidencia a los que mucho han venido ofreciendo porque, a buen seguro, no van a cumplir.


En política, la sensibilidad con las personas no sólo se demuestra con la sonrisa y abrazo fácil unido a frases grandilocuentes. Hace falta gestión comprometida en la solución a los problemas diarios reales que se encuentran los ciudadanos, y el Parque Inclusivo El Laurel es un buen ejemplo de ello. Se apostó por un lugar que aportase a la ciudad, que sirviera para todos, y en el que cualquier persona se sintiese cómoda, y que, además, no se estereotipase a nadie. Este primer e importante paso en el camino trazado forma parte de un plan ambicioso. Ya no se trata de hacer zonas de juego con dos ó tres columpios y un banco para que, mientras los niños hacen como que no se aburren, los padres consulten su móvil allí sentados, sino de crear una red de parques infantiles - zonas recreativas que constituyan lugares de convivencia, en los que las familias pudieran reunirse, tanto los abuelos con sus nietos, como los padres con los hijos, estos con sus amigos, etcétera, y que deberá continuarse como estaba previsto en las zonas de La Vera - San Antonio, Las Dehesas, Punta Brava y en la querida Plaza del Charco. Se debe continuar en la línea de crear estupendas zonas de encuentro, para poder disfrutar de momentos en comunidad, sin necesidad de tener que desplazarse a otro municipio para ello, con trabajo serio y riguroso, y, despertando, si hace falta, a los actuales regidores de los laureles donde ahora parece que ya duermen.

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