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sábado, 7 de septiembre de 2019

DE CAMINO A LA CUMBRE. ARQUITECTURA TRADICIONAL EN EL HORNO LOS REALEJOS


Artículo: Germán Rodríguez Cabrera (Ldo. Historia del Arte)

              José Gregorio Hernández González

En estos años donde parece que la Isla recupera el ritmo económico, resulta oportuno llamar la atención sobre la arquitectura tradicional aún presentes en el lugar. Testigos de un pasado, no muy lejano, del que sobreviven pocos ejemplos.

Los Realejos, un pueblo trazado de mar a cumbre, de largas y empinadas calles que comunican las zonas más altas del municipio, las cuales deben, posiblemente, su trazado a la población aborigen.  Caminos en vertical, cortados por otros en horizontal que crean, en adaptación a la morfología del terreno, la trama urbana de Los Realejos como de cualquier otro pueblo de la geografía insular. En el municipio destacan, entre otros, las Toscas de Romero y Toscas de San Agustín, por su tipología de casa inclinadas de una o dos plantas, adaptadas a el terreno, sobre tosca, sustrato muy fácil de trabajar. Con escaleras de acceso en exteriores y sótanos o salones, en la mayoría de los casos, todas son cubiertas por techumbres de madera y tejas. 


De manera contraria, otras vías han sufrido mayor impacto, mayor pérdida de ejemplos arquitectónicos, de elementos de identidad.

El Horno es un ejemplo de ello, prolongación hacia el Sur de la calle El Sol, en la actualidad conserva pocos testigos arquitectónicos de ese pasado. La zona debió de tomar su nombre de un productivo horno de teja, del que queda memoria de su existencia en el entorno de la ermita de la Santa Cruz, ahora desaparecido. El Horno nos habla de una manufactura, la fabricación de tejas. El patrimonio industrial, que tanta prosperidad trajo aquel pueblo, y del que pocos testigos en pie permanecen. Son muchos los núcleos poblacionales que toman su nombre de elementos arquitectónicos, productores o botánicos, como pueden ser El Tanque Arriba, La Fuente, La Merina, Palo Blanco, El Mocan, Las Toscas, Los Angostos, La Montañeta y El Majuelo, entre otros muchos repartidos por la geografía del municipio. Iniciamos la descripción de las escasas edificaciones que aún permanecen en la zona. 

En la vía principal esquina con transversal 1º El Horno, se alza uno de los más destacados ejemplos de los levantados en el Antiguo Régimen (S. XVII - XVIII).  De dos plantas, construido en piedra y barro, con techumbre de tea, a cuatro aguas y cubiertas de teja árabe, destacan las labores de carpintería, lisa, con remates de herrería tradicional. Las paredes exteriores enjalbegadas, parecen que nunca fueron vestidas en su totalidad. Situada al pie del camino, retranqueada, parte de su parcela delantera, ahora es ocupado por algún eventual coche y varios contenedores de basura que desmerecen este significativo edificio.  De su origen las indagaciones en antiguos documentos la vinculan con la familia Vasconcelos, fundadores en el siglo XVIII de la ermita de Ntra. Sra. de Los Dolores de Palo Blanco y el retablo de Santa Bárbara del templo parroquial de Santiago Apóstol.

En la transversal El Horno se alza la casa conocida como de “Siña Balbina”, edificación vinculada a la familia Hernández. Vivienda de dos plantas, con escalera exterior fue levantada en el setecientos. En la actualidad presenta importantes intervenciones realizadas a lo largo del siglo XX, como son la sustitución de las tejas árabes por las francesas, la escalera exterior de tea por mampostería y el alero que la cubre por una plancha de cemento. A pesar de ello, permite apreciar la antigüedad de la misma.

Algo distante de la calzada, en La Hoya, aún sobrevive, a pesar de las alteraciones en carpintería y la pérdida del balcón exterior, la vivienda levantada por Juan López Yanes, está, de principios del siglo XX, es conocida como la casa de la familia López. Es curiosa la solución dada en el tejado, donde a las cumbreras se le suman varios camellones por paño, solución ya poco vista y antaño muy habitual.


En La Castilleja se alzan otros ejemplos a destacar. Levantada con tosca y ladrillos a principios del XX, pero siguiendo modelos anteriores, es la vivienda de Susana Fumero Luis, a cuatro aguas cubiertas de teja francesa, con carpintería posterior. Es importantes la idea de patio que conformaba con otras casas de la familia Fumero ya desaparecidas o alteradas.

La casa y venta de Isidro González " Vareo" como es conocida, fue levantada a mediados del siglo XIX por Julián González Carpio. Con patio  central se abre a la calle por un portón.  En planta de U y con dos alturas, presenta algún ejemplo original de carpintería tales como ventanas, corredor interior y suelos de tea. Destacan las techumbres a dos aguas, además de alguna azotea en origen de torta. En su interior me gustaría llamar la atención de la venta y bodega, que aún se conservan en su estado original. Esa condición de establecimiento abierto al público, la dota de un asiento o canapé en piedra y barro a destacar.  

Al lado sur de la descrita (sobre uno de los pocos testigos vistos de tosca de la zona) fue levantada otra vivienda a mediados del ochocientos, está por Francisco López de Santiago y Molina. Popularmente conocida como casa de la familia Molina, con planta baja rectangular entorno a un patio interior, con techumbres a cuatro aguas y teja árabe, posee carpintería más moderna. Es de interés la ubicación en el lugar desde donde se articulaban otras dependencias, hoy desparecidas o alteradas, como eran gañanías, cuartos de labranza y una era en el extremo sur de la propiedad.


Más distante, al naciente, destacamos la vivienda ubicada en la vereda, hoy camino Montes Claros. Construcción del siglo XIX, se perfila como el modelo a seguir en la arquitectura doméstica más básica en los campos. En base a una estructura rectangular, unidad habitacional, todas ellas cubiertas por teja y de una sola planta, se le suma por sus extremos otras dependencias agropecuarias, que permitían el desarrollo de la vida rural. Asociada la propiedad a la familia Hernández y González de Chaves desde principios del siglo XX, era ocupada por apareceros o medianeros en función de las necesidades del momento.

Con este breve artículo, con esta aproximación, pretendemos llamar la atención sobre unas viviendas, que como supervivientes de otros tiempos, deben de ser tenidas en mayor respeto, aprecio, para un lugar como El Horno.  Testigos materiales de un pasado, del que, si no somos conscientes, conocedores, poco podremos aportar a las siguientes generaciones que habiten este lugar.

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