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sábado, 2 de julio de 2016

ESA TERRIBLE OBSESIÓN

Libia Beatriz Carciofetti

Esa terrible obsesión de preguntarme ¿Cuantos años tengo? Si a mí no me interesa la cantidad de años que fui cargando en mi mochila y la sigo cargando sin doblarme; ¿a qué esa insistencia de preguntarme la edad? Desde que tengo uso de razón esa pregunta flamea como una bandera sobre mi estatura. Pero ya que están tan interesados/as les contaré.... Que tengo los años de haber vivido una intensa niñez, feliz hasta hacerme doler el corazón de felicidad. Tengo la edad de haber vivido en un hogar como no conocí jamás, donde la palabra respeto fue como referente y nombre de la calle de mi pueblo. Tengo la edad en que mis mejores amigas fueron mi madre y mi hermana. La edad en que esperé por años a los Reyes magos, dejándoles pastito verde y tierno y asombrarme al ver que se habían tomado el agua que les había dejado porque sus camellos eran muy sedientos. Tengo la edad en que cursé la escuela primaria con notas excelentes, acaricié el piano durante cuatro años en una academia. La cultural británica me tuvo como asistente durante cinco, colgué con orgullo mi título de profesora de corte y confección y tuve alumnas y diseñé ropa para gente importante luego que me casé... La edad en que me arriesgué a pintar cielos, picos nevados, soles y trigales. La edad en que conocí a un DIOS que jamás me abandonó y su presencia me acompaña hasta hoy. La edad en que las mariposas despertaron en mi la ilusión de un día sobrevolar la vida como ellas sobre las flores. La edad en se jugaba con muñecas y se las cuidaba como hijas queridas. La edad de la inocencia en que hablar de "sexo" era prohibido y tema tabú en mi casa, y que cuando me hice mujer casi siendo una niña no sabía cómo decírselo a mi mamá, por temor a que me retara y cuando se lo dije, me contestó: le vas a comunicar a la maestra que no fuiste hoy al colegio porque "estabas indispuesta", y cuando se lo dije fue en secreto porque para mí la palabra "indispuesta" se refería a "eso". La edad en que un día cuando cursaba 4º grado cuando abrí el cuaderno de los deberes en casa, encontré una "cartita de amor" que decía ¿Quieres ser mi novia? El que la escribió vivía en la esquina de mi casa, pero era tan tímido que ni siquiera me rozaba con la mirada. Tengo la edad en que a los 25 años vestí el traje de novia soñado, con el duende soñado, el marido soñado, el compañero de los tiempos buenos y malos hasta hoy. Tengo la edad que, a pesar de tres veces esperar a la cigüeña, esta se arrepintió y tomó otra ruta sobrevolando otros aires, porque DIOS tenía reservado la bendición mayor y nuestro hijo nació en mi corazón. Tengo la edad en que los sueños se realizan y uno de los tantos que tenía se cumplió el año pasado, al publicar dos libros. Tengo la edad en que al presentarme para hacer un trámite me preguntan cuántos años tengo, y al responderle me miran como diciendo… ¿Es verdad? ¡No lo parece!

O cuando la dueña del SPA me hizo la ficha para comenzar un tratamiento y me tomó las medidas, no me quiso creer la edad que tenía, ¡No te puedo creer! ¡Con esta piel, este cuerpo, esa luz que irradias... (opinión de ella) ¡Gracias amiga! Sé que no era de compromiso. Entonces yo digo ¿para qué me preguntan la edad? Primero porque no me creen, 2º porque no lo aparento Y 3º porque cronológicamente lo asumo. Tengo la edad que descubrí que podía aprender a trovar y la trova me concedió oportunidades y alegrías de conocer a amigos que talvez no hubiese conocido antes y ganar premios internacionales. 2 Corintios 4:16 - Reina Valera La Biblia habla por mí: "Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día." Y por último tengo la edad en que amanecer en un día nublado y lloviznoso, que para muchos es como un anticipo de la muerte, para mí es un paraíso... Que, aunque no haya sol, siento que mi alma se entibia al leer, escribir un poema, escuchar una melodía. Porque me miro al espejo y noto que aún conservo el brillo en la mirada, porque puedo hacer resaltar mis labios con rouge y decirme ¡Vamos todavía!
 
Tengo la edad que me encanta que me digan "abuelita” y no tía, correr a la par de ellos, jugar a las escondidas, no me encuentren y salirles con “la piedra libre”.
 
La edad en que tengo la capacidad de asombrarme cuando encuentro una piedra de color, debajo de las aguas cristalinas de un río... Que persigo a las hormigas siguiendo el camino que las llevan a guardar su alimento para el invierno... Ya dejen de preguntarme por favor ¡Cuantos años tengo! Pues tengo los años que viví, que me faltan por vivir y según los cálculos de mi corazón y mente "SON MUCHOS". 


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