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sábado, 30 de julio de 2016

LOS REALEJOS Y HESPÉRIDES

Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL

La recordada revista Hespérides dedicó su ejemplar de octubre de 1926 a destacar las características y la evolución de Los Realejos a través de diferentes manifestaciones. Se trata de una publicación disponible actualmente en el portal Jable de la ULPGC.

Su primer artículo, firmado por el recordado periodista Leoncio Rodríguez, expone algunos detalles relacionados con la evolución histórica del lugar, ofreciendo toda una serie de impresiones en torno a un pueblo en el que se oyó «pregonar tres veces, al enviado de España que enarbolaba el estandarte real; Tenerife por los católicos reyes de Castilla y León». No duda su autor en señalar la presencia de una puerta pintada de color verde, «en la cual se leen las iniciales de los nombres de Los Realejos», brindando interesantes datos en torno a las edificaciones y los espacios más significativos. Del Realejo Alto, destaca la impresionante e histórica iglesia parroquial de Santiago Apóstol, señalando las características de uno de sus hijos más ilustres: José de Viera y Clavijo (1731-1813). Resalta la belleza de calles «anchas y urbanizadas», anotando la importancia en el lugar de la industria del calado que, lamentablemente, se encontraba en aquellos momentos ante múltiples problemas y obstáculos para su desarrollo. Por su parte, otro autor, exhibe algunos datos informativos en torno a la evolución histórica, económica y cultural del Realejo Alto, señalando la presencia de seis escuelas y el papel tan significativo desarrollado por su alcalde, Agustín Rodríguez de la Sierra, incidiendo en su disposición como buen administrador. Era tal la confianza del pueblo a su mandatario que se llegaría a abrir una suscripción popular «para regalarle un magnífico bastón de mando que perpetúe su agradecimiento». R. Siverio, ofrece una interesante visión en la que recuerda las características del mar, la montaña y el lugar de La Corona. Nijota, ofrece su particular análisis del pueblo, destacando la belleza de un paisaje natural que aún en la década final de los años veinte presentaba una imagen caracteriza por el verdor. Eduardo Westerdahl, desgrana toda una serie de características sobre el pueblo. Pedro Rodríguez Siverio, matiza la presencia nuevamente de José de Viera y Clavijo como uno de los hijos más ilustres del lugar. Otro artículo anota las características del desaparecido Convento de San Agustín y su evolución histórica. Resulta de notable interés la entrevista al alcalde del Realejo-Bajo, Manuel Chaves Estrada, ofreciendo el mandatario explicaciones sobre las obras y las carencias presentes en aquellos años. Un artículo firmado por Javier nos sitúa ante una bella descripción de un hermoso rincón realejero conocido como La Parra, terminando por anunciar que sus letras no logran describir un «compendio de suprema belleza».

Asimismo, un artículo recoge la labor educativa de la Compañía Singer en Los Realejos. Rimas e imágenes se suceden sobre el pueblo, marcando el número extraordinario de una revista que ofrece un interesante artículo de Ismael Domínguez, analizando la trayectoria e idiosincracia de los dos Realejos y la posibilidad de constituirse en una sola entidad.

No podía faltar un análisis de los marineros que, cada año, coincidiendo con la Octava del Carmen, se desplazan desde el Puerto de la Cruz hasta Los Realejos, describiendo su autora, Emilia Mesa, un acontecimiento histórico en el que «durante todo el trayecto que recorre la procesión, las aclamaciones y los vivas a la Virgen se suceden sin interrupción». La revista se cierra reseñando el gran trabajo realizado por grandes personalidades en pro de Los Realejos, subrayando la labor de Pedro Toste y Manuel Espinosa Chaves.

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