Odalys Padrón
En estos días hemos podido sentir y ver, el video circula
por las redes sociales, la desesperación de un perro que confinado en un
pequeño balcón, sin agua y sin comida, opta por lanzarse al vacío desde un
tercer piso en Barcelona. Lo más grave, si cabe esa posibilidad, es que no se
trata de un hecho aislado, parece que están siendo bastante habituales las
noticias sobre maltrato animal. La Guardia Civil, en Alicante, rescata a un
perro que se encontraba encerrado en un vehículo estacionado, a pleno sol, con
las ventanas completamente cerradas. El animal mostraba claros síntomas de
desfallecimiento. En Cádiz, media docena de perros malviven desnutridos,
encadenados y en pésimas condiciones de salud e higiene. Los vecinos, desde
hace años, han denunciando el caso, entre otros han aportado un video donde
cuatro perros atacan y tratan de devorar a un cachorro, pero la Justicia no ha
actuado por ahora. En Albacete, una perra abandonada, hecho que han deducido en
base a su reacción a la convivencia tanto con humanos como con otros perros,
fue encontrada en un deplorable estado de salud, una afección en la boca que le
impedía cerrarla y hacía que su lengua estuviese fuera, pérdida de hueso en sus
mandíbulas, desnutrición y deshidratación extrema, dos tumores mamarios,
problemas en la piel por falta de higiene y pérdida muscular en sus cuatro
extremidades. También se encontraron basuras y piedras en su estómago lo que le
había provocado gastroenteritis. En Valencia, una mujer lanza un perro al vacío
desde un séptimo piso.
¿Cómo alguien puede estar tan deshumanizado para realizar
tropelías como las descritas a un amigo tan fiel como es un perro? Estas
noticias corroboran que la pérdida de valores personales y sociales es cada vez
mayor. Se está perdiendo la empatía, la compasión, la falta de implicación en
los problemas y los sentimientos de los demás, mientras se ensalzan las
conductas individualistas contemplando a los otros como instrumentos para sus
propios fines. Los valores humanos constituyen los cimientos de nuestra
convivencia social y personal. Al ir perdiendo nuestros valores vamos deshumanizándonos.
Los informes de los años 2014 y 2015 del Ministerio Fiscal
han constatado el continuo aumento de denuncias por maltrato animal. Ese
aumento en la sensibilización social ante esta lacra, ha posibilitado la
modificación del artículo 337 de Código Penal que ha facilitado el aumento de
las sentencias condenatorias. Además, la citada Fiscalía ha detectado casos de
este tipo de delitos en el contexto de procedimientos por violencia doméstica
como forma de causar un mayor perjuicio a la víctima. La jurisprudencia, por su
parte, ha refrendado esta situación en decisiones como la del Auto del Juzgado
de lo Penal n.º 2 de Palma, de 21 de septiembre de 2015, que al desestimar la
petición de sustitución de la pena de prisión impuesta al dueño de un caballo
de carreras al que golpeó hasta la muerte, señaló cómo “La muerte atroz de
Sorky, un caballo de carreras, en su propia cuadra del hipódromo (al que su
dueño causó la muerte empleando una “inusitada violencia” al golpearle
brutalmente y haciéndole sufrir), es una aberración en el siglo XXI, y la
indignación ciudadana está justificada y es legítima y por tanto la ejecución
de la respuesta punitiva del Estado debe ponderar con especial interés en este
caso, no solo la reinserción social del delincuente, sino los otros fines de la
pena”. La doctrina ha considerado también como bien jurídico el respeto de la
comunidad hacia los animales. Se considera que el Estado debe darles la
protección debida, toda vez que un maltrato a los animales no sólo revela un acto
de crueldad sobre determinados seres vivos sino que se realiza, en algunas
ocasiones, aprovechando la imposibilidad de defensa de aquellos y con abuso de
superioridad del hombre sobre el animal.
Parece existir una correlación entre el aumento de maltrato
animal y violencia interpersonal. Es habitual que personas que han cometido
delitos violentos contra personas reconozcan haber cometido también acciones
agresivas contra animales, generalmente de manera previa. Evidentemente no
todas las personas que maltratan animales son violentas con otras personas pero
sí es habitual que tengan antecedentes de maltrato animal las que comenten
delitos violentos contra las personas.
En la lucha contra la violencia debemos dedicar esfuerzo en
erradicar el maltrato a otros seres vivos. Somos responsables de su bienestar,
máxime cuando ellos no sólo nos aportan beneficios emocionales sino también
físicos. Diversos estudios científicos establecen beneficios a la salud humana
el convivir con una mascota. Mejoran la autoestima, favorecen la vitalidad y
reducen los sentimientos de tristeza, ansiedad y depresión en personas mayores.
Consiguen que los más jóvenes sean responsables, compasivos, cooperantes y
generosos. Además los estudios revelan que los dueños de mascotas tienen una
presión sistólica y los triglicéridos en el plasma sanguíneo significativamente
más bajos que los que no los tienen consiguiendo que el riesgo de sufrir
enfermedades del corazón disminuya porque acariciar a un animal rebaja el
estrés y la tensión lo que conlleva un mayor control del corazón.
Es necesario endurecer las penas por maltrato animal, la
reforma del Código Penal ha sido un paso en la dirección adecuada pero
insuficiente para los animales, y la aprobación de una ley marco de protección
animal que cubra las lagunas existentes en las diversas legislaciones
autonómicas, garantizando un mínimo de protección y bienestar animal. Los
animales están desprotegidos y sus maltratadores siguen sin recibir un castigo
acorde a sus terribles acciones. Como decía Gandhi “La grandeza de una nación y
su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que ésta trata a sus
animales”
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