Evaristo Fuentes Melián
No nos quepa la menor duda de que los canarios en general
somos la mar de enrevesados. Si hablamos de los topónimos, pongan atención,
queridos lectores: aquí, en Tenerife, a mediados de los años cincuenta del
siglo XX, dejamos resuelto con la unión
de ambos municipios en uno solo (Los Realejos), el laberinto que suponía un
municipio llamado Realejo Alto, que tenía costa; igual que el vecino municipio
del Realejo Bajo, que también tenía costa, pero tenía un barrio en la montaña
llamado Icod El Alto, que estaba más cerca del casco principal del otro
Realejo, el Realejo Alto, y que además no tiene nada que ver con Icod de los
Vinos, otro municipio que tiene en medio a los de San Juan de la Rambla y La
Guancha.
Para más inri, en Los Realejos actual hay otro núcleo
urbano llamado Cruz Santa, que está a cuarenta kilómetros de Santa Cruz, la
capital.
No paran ahí los laberintos: conocí hace años a una empresa
constructora peninsular, que se adjudicó en subasta una obra en Buenavista del
Norte, a ochenta kilómetros de la capital, pensando que quedaba en las afueras,
en Vistabella.
Vayámonos a la isla de La Palma. El puerto de mar más
cercano al casco principal del municipio de Los Llanos de Aridane es el puerto
del municipio de Tazacorte, que está a
tres kilómetros en línea recta del casco principal de Los Llanos; sin embargo,
el puerto de mar de este municipio es Puerto Naos, que queda mucho más lejos, a
diez kilómetros de distancia del casco principal de Los Llanos.
Pero lo peor de todo, es que en la isla de La Palma, con el
reparto guanche anterior a la conquista, que se puede ver en un mapa que hay en
el Centro de Visitantes de La Caldera, las divisiones del territorio insular
eran en línea recta, de monte a mar, y sanseacabó, mucho más lógico y sencillo.
En consecuencia, se dan anécdotas psicodélicas como ésta:
hace algún tiempo, un árbitro andaluz, en un partido de Segunda B, en Santa
Cruz de La Palma, fue agredido y quedó algo turulato, de modo que al declarar
en una emisora de radio con su acento andaluz, dijo que: “había zalido de Parma
muu zoliviantao”.
Nunca se supo, ni el mismo árbitro tampoco, si tuvo amnesia
momentánea y no se acordaba del lugar donde había arbitrado y recibido la leña:
Palma de Mallorca, Las Palmas, la ciudad italiana de Parma o en La Palma isla
todo lo bonita que ustedes quieran, queridos lectores, pero que fue donde le
dieron los cachetones al árbitro de marras.
Espectador
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