Evaristo Fuentes Melián
Veo con frecuencia en mi
comarca la tremenda libertad sexual que hay en los grupos de chicos y chicas.
Mas realicemos un ‘flash back’ para contar el
caso de un joven amigo tinerfeño, que hace algunos años fue a un camping
inglés de ambos sexos, a trabajar de ayudante o camarero. Tanto le habían
hablado de la libertad sexual en la pérfida Albión, que pensaba que nada más
bajar del avión empezaría a follar (perdón: fornicar) a diestro y siniestro.
Pero la realidad fue bien distinta.
Pasados cuatro días, las chicas no habían aparecido por ningún lado. Por
fin, a la semana siguiente les dijo el jefe de grupo que las chicas llegarían
ese día, y que lo primero que tenían que hacer es ayudarlas a cargar las
maletas. Al pasar al comedor hubo una separación total, los chicos a un lado y
las chicas al otro. Después del duro
trabajo y a la hora de la sobremesa había ‘convivencia’ en un salón grande, con
pequeña discoteca y una pista de baile. Al mes y pico, el separatismo ya fue a
menos, y para algunos españolitos empezaron las invitaciones a los
apartamentos, a tocar la guitarra y oír música, algún que otro besito fraternal
y conocer a sus familias enseñando fotos.
En fin: que cuando empezaron a
conocerse mejor y a formar una gran pandilla habían pasado dos meses de un
total de los cuatro que tardaba la estancia en aquel lugar. La intimidad sexual
solo lograron alcanzarla algunos, y los
encuentros eróticos no se realizaron jamás en público, ni a la vista de los
demás. Ni siquiera un ‘hot kiss’. Había libertad, pero también gran respeto
para con los demás.
Volvamos a la actualidad.
Algunas parejas quinceañeras de mi comarca tinerfeña se muestran en las plazas
públicas unos ¿sentados? sobre otras, o viceversa, “al aire el muslo bello”,
como diría Espronceda… Pero creo que les falta aprobar una asignatura pendiente
de la Educación General Básica, que es el comportamiento en público, para no
caer en ese exhibicionismo hortera y palurdo tan flagrante.
Espectador
No hay comentarios:
Publicar un comentario