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domingo, 5 de noviembre de 2017

DULCE XERACH PÉREZ Y LA MISOGINIA

Evaristo Fuentes Melián

El artículo de Dulce Xerach Pérez (La Opinión de Tenerife, viernes 3 de noviembre 2017, pag.36) intenta poner punto final a la polémica surgida por el feminismo rampante (¿o será hembrismo?) que ha traído como consecuencia la clausura de  la exposición sobre “Pintura y Poesía, la tradición canaria del siglo XX”, a cargo de los profesores Castro y Sánchez Robayna. Dulce Xerach llama, sin argumentación alguna, misógina a la citada exposición, y propone no triturar (menos mal) este catálogo, pero que se realice otro catálogo “equilibrado”. Este es su punto 1.

En su punto 2, Dulce Rexach propone un proyecto con una exposición “equilibrada, informada y justa para ambos géneros”. Todos estos adjetivos los utiliza de modo gratuito y no da razones  ni motivos de esa su adjetivación, intentando a todas luces desprestigiar o al menos minusvalorar el trabajo de Sánchez Robayna y de Castro.

Pero en su punto 3, Dulce Xerach se sale por peteneras y pasa de nuevo  a proponer que se haga un nuevo proyecto de similares temas, en el periodo que va desde la Constitución de 1978 hasta nuestros días, año 2017.

Habrá que recordarle a Dulce Xerach que el trabajo científico de los profesores Sánchez Robayna y Castro no es necesariamente ‘fifty fifty’ masculino y femenino.   Aquí hay una realidad: Durante más de la primera mitad del siglo XX, las chicas, por norma, no estudiaban el bachillerado ni carrera alguna universitaria y por ende estaban peor preparadas porcentualmente.

Hay otras autorizadas opiniones, que dicen que el mentado trabajo de los profesores Sánchez Robayna y Castro es exhaustivo y de alta calidad, y que lo único que tiene de malo es el vilipendio a cargo de mediocres mentes isloteñistas, envidiosas del trabajo ajeno bien hecho. Por poner un ejemplo, Juan Cruz también ha sufrido críticas adversas sin consistencia por su labor de periodista y escritor, y también se pronunció hace poco (EL DÏA, sábado 21-octubre-2017, pag.21) contra la malhadada censura de este trabajo de Castro y de Sánchez Robayna. 

Espectador

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