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sábado, 11 de noviembre de 2017

CERÁMICA Y CUADROS DE PEDRO OJEDA

Salvador García Llanos

Ocho figuras en cerámica y veinticuatro pinturas, bajo el título Historia de O, presenta el artista Pedro Ojeda (Puerto de la Cruz, 1952) en La Ranilla Espacio Cultural, hasta el próximo jueves 30 del presente mes.

Ojeda reside desde hace años en Reino Unido pero puede ser considerado un hijo del barrio donde expone. Un creador autodidacta que se esmera con la sutileza que aporta en cada obra. Se aprecia en las miradas de los seres que va plasmando en sus lienzos, de clara tendencia surrealista. El artista refleja, a su modo, estados de ánimo y da vida a sus sueños en acrílicos de tonalidades azules que representan una cierta quietud pictórica.

Historia de O, como deben saber, es un clásico de la literatura erótica. El amor incondicional, la sumisión amorosa y la posesión son los tres pilares de una obra cuyo título toma Pedro Ojeda para interpretar las ganas de una pintura distinta que poco tiene que ver con la producción de etapas anteriores, de aquella Simbiosis con que obsequiara hace ya más de diez años en el complejo turístico Masaru, con motivo de su trigésimo aniversario.

Aquí, los pilares de Ojeda los encontramos en la finura de sus rostros y en la combinación cromática que descubren formas caprichosas que parecen cabalgar entre el realismo y lo soñado, el mundo interior del artista que brota  para ser manejado con una técnica muy desenvuelta.

Algo similar ocurre con sus piezas de cerámica, aparentemente más rompedoras, pero llenas de sugerencias hasta terminar atrapando incluso al más profano. Los resultados no son ocurrentes sino fruto de un proceso que ha merecido reconocimientos en publicaciones especializadas de Reino Unido. Un proceso que, sin vena sensible, hubiera tenido otras derivaciones, acaso de mayor vocación comercializadora. Pero demuestra modelar con el corazón hasta concluir con matices muy originales.

En fin, la Historia de O es una colección apreciable, la expresión artística de quien hace concesiones al surrealismo al que nunca renunció. Tiene en Domingo Vega y Jesús Dorta algunas referencias próximas pero su estilo propio le convierte en un autor destacado. Alguien que admira a Dalí y que ahora se abre en ambientes tan cambiados desde su juventud, con acrílicos, óleos y piezas de cerámica que caracterizan una poderosa actividad tanto en la pintura como en la escultura. Una colección apreciable, sí.

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