Agustín Armas Hernández
La reina de los ángeles anunció en la Sallete (Francia año
1846): «Los espíritus malos tendrán gran poder sobre la naturaleza>> —
¿se está ya cumpliendo? Aún no está muy lejana aquella tragedia del incendio de
la Gomera que costó la vida entre otros— a nuestro querido y llorado Paco
Afonso, alcalde —que fue— de la ciudad turística y gobernador de esta
provincia. Pues bien, no ha pasado, como digo, mucho tiempo de este triste
acontecimiento que conmovió y entristeció el corazón de todos los canarios,
cuando nos llegada la noticia, — ¡increíble! — de otro nuevo desolador incendio
en la misteriosa y maltratada isla Colombina. ¡Preocupémonos! la tragedia de la
Gomera, por lo visto no fue más que el preludio, un conato de los que seguiría,
¿y seguirá? aconteciendo en España y en el mundo entero, en este y otros
acontecimientos catastróficos. A nadie, en absoluto a nadie —excepto algunos
casos y para motivos proféticos e históricos le gusta hablar u oír hablar de
cataclismos.
Sin embargo, siempre —a través de los tiempos— han
surgido, se ha levantado, voces de profetas -hombres de Dios- comunicadores
"de su palabra que inspirados por su divino espíritu, intervienen como
mediadores - «entre Dios y los hombres»- para orientar o advertir a los
humanos, si obran o no conforme a sus mandatos. Es bien sabido que los hombres
hoy día no cumplen ni siquiera la ley natural ¿cómo entonces van a cumplir
rectamente las sobrenaturales o divinos? Por otro lado, a estos personajes
«profetas verdaderos» —téngase en cuenta que existen falsos profetas— se les
suele rechazar, ¿motivos? nada nuevo. No soportan, que un hombre como yo,
dicen, vengan a sermonearme, diciendo lo que tengo, que decir u oír y hacer.
Sólo las personas humildes, con un espíritu de Dios muy elevado, han podido
entender el proceder y actuar de los profetas. Todo lo que esos mensajeros
—ungidos de Dios— anuncian y denuncian, con su palabra el supremo Hacedor las
apoya y ratifica por medio de las señales de los tiempos y sus aconteceres,
además de por muchas otras formas, tales como los sueños visiones etc. ¿Quién
de los mortales no ha tenido alguna vez un sueño interesante? los sueños
pueden ser simbólicos o proféticos. Entraremos en este tema, los sueños en
otra ocasión.
De momento sólo, decir que existen cientos de profecías
—tanto antiguas como recientes —que coinciden plenamente con estos tiempos, de
santos, videntes, coincidiendo además con dichos personajes y por primera
vez, en la historia humana científicos, tanto si son agnósticas, escépticas o
creyentes, estos últimos estudiosos de los tiempos, pueden ver y medir con sus
instrumentos electrónicos, que existe un desequilibrio en la naturaleza que
sin duda tiene que ser corregido, por el bien de la humanidad.
Si yo, por mi cuenta, digo que el mundo físico está y
marcha bien, y que las personas obran y actúan salomónicamente, hasta los más
optimistas me dirían que estoy ciego y sordo. ¿Por qué? veamos: en el campo
humano basta decir —todos los sabemos— que la mayoría de las personas han
perdido el pudor y la vergüenza. ¡Así nos va! qué se puede esperar?
En cuanto el mundo donde vivimos, vemos claramente que los
hombres lo están destruyendo con sus propias acciones, no solamente con sus
manos sino…más acertadamente, con su corazón, con sus malvados pensamientos; de
forma que no solamente el hombre con sus manos lo destruye, sino que fuerzas
ocultas invisibles, demoniacas, contrarios al hombre -propician estos
acontecimientos- ¿por qué ignorar lo que está ocurriendo en el mundo actual?
¡No seamos cobardes y pensemos! Hagamos una reflexión.
¡He aquí el engendro! ¿Obro mal? pues... me sobreviene «el
mal».
Sequías arrasadoras que dejan los terrenos improductivos,
inundaciones que lo destruyen todo, terremotos, maremotos, emanaciones de
gases tóxicos, choques de barcos y aviones, incendios en medio mundo —sobre
todo en nuestra España ¿no les parece a Vds. muy raro que se quemen los bosques
y no cojan a nadie? ¿Quién realmente los quema? y, por último, guerras entre
naciones que no terminan nunca, terrorismo sin piedad. ¿Tengo que decir los
muertos que todo esto ha ocasionado?, creo que no hace falta. ¡Sigamos
durmiendo es mucho mejor!
En tiempos no muy lejanos, cuando los hombres aún tenían
fe, temerosos de Dios (entiéndanse temor sano) acudían en masa para las
rogativas —al templo sagrado— a pedir al Divino Hacedor que alejará de los
aquí vivientes, estas terribles epidemias, que nos traerá, sin el menor
género de duda, el hambre y la miseria. Dirán algunos que siempre han
sobrevenido calamidades. Es cierto; por eso la gente trataba de corregirse.
Las desgracias de estos tiempos son para que nosotros ahora nos corrijamos y
enmendemos. ¡Oremos, pues con más fervor!
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