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sábado, 11 de noviembre de 2017

DE LA MUERTE, LA VIDA Y EL AMOR

Iván López Casanova

Acierta Olegario González de Cardedal cuando afirma que «a la trivialización de la muerte sigue la trivialización de la vida». Y también, Unamuno cuando apuesta por mirar a la muerte de frente, como parte del horizonte cotidiano: «se aferran a la vida los débiles». Y sostengo que tras la moda Halloween que trata de quitar rigor a la muerte, se esconde –además de intereses económicos− el mismo deseo de perdurabilidad: rodeando de bromitas al morir, nos hacemos la falsa ilusión de deshacer su dura realidad. Aunque se logra lo contrario.

Cuánta actualidad posee el Diálogo “De la Moda y de la Muerte” de Giacomo Leopardi, el genial poeta italiano fallecido en 1837 a la edad de treinta y nueve años. La Moda se presenta a la Muerte como hermana, «pero tú, desde el principio, te tiraste a las personas y a la vida; yo me contento, cuando más, con los vestidos, los ajuares, los palacios y otras cosas parecidas. Así, persuado y refuerzo a todos los hombres elegantes a soportar cada día mil fatigas y mil molestias y con frecuencia dolores y padecimientos, a alguno a morir gloriosamente por el amor que me profesan».

A pesar de este argumento, la Muerte no queda muy convencida, y le sugiere una conversación mientras practican footing, pues «yo corro mucho, y corriendo me podrás decir lo que necesites», escribe Leopardi juntando ironía y realismo (ojo, la muerte corre deprisa). «Si no, en gracia al parentesco, te prometo dejarte todos mis bienes cuando me muera», le dice la Muerte a la Moda, con sorna.

Entonces la Moda despliega sus argumentos en favor de su hermandad con la Muerte, y afirma: «He traído al mundo tales ordenanzas y tales costumbres que la vida misma, así por lo que respecta al cuerpo como al alma, está más muerta que viva». ¿No deja claro que la moda de Halloween es una salida falsa, propia de una sociedad tanatofóbica? Al menos, su comentario nos advierte de la necesidad de ser críticos ante las modas, porque pueden ser deletéreas.

Por el contrario, la comprensión de la  muerte se atisba a través de la indagación antropológica sobre la experiencia amorosa: entonces el ser humano se entiende perdurable. Siempre me impresiona la conexión que Julián Marías establece entre amor y muerte. Así, considerar como dimensión esencial ser «criatura amorosa», le lleva a pensar en la «inverosimilitud de la aniquilación de la persona humana». Además, se interrogaba, por qué tantas personas en la actualidad mantenían una actitud superficial ante el tema de que la vida termine sin más. ¿No sería por su incapacidad para amar?

Asimismo, Gabriel Marcel nos transmitía su experiencia interior con sinceridad: «Hay una cosa que he descubierto después de la muerte de mis padres, y es que lo que llamamos sobrevivir, en realidad es sub-vivir, y aquellos a quienes no hemos dejado de amar con lo mejor de nosotros mismos se convierten en una especie de bóveda palpitante, invisible, pero presentida e incluso rozada, bajo la cual avanzamos cada vez más encorvados, más arrancados a nosotros mismos hasta el instante en que todo quedará sumido en el amor».

«La muerte tiene miedo / cuando tú y yo decimos / y hacemos tonterías. // Y si nos abrasamos en el fuego / de las profundidades, / ni te digo / cómo se pone: // la he visto maldecir y echar espuma / al pie de nuestra cama», canta el poema de José Mateos titulado “Un poema de amor”.

Cuando se ama a alguien en las pequeñeces y complicidades diarias, cuando se vive con sinceridad el amor incondicional para toda la vida, se domina a la Muerte −y a la Moda−. Y entonces, con Gabriel Marcel se entiende, y se vive, su famosa sentencia: «Amar a alguien es decirle: tú no morirás jamás».

A la muerte se la vence amando más.

Iván López Casanova, Cirujano General.

Escritor: Pensadoras del siglo XX y El sillón de pensar.

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