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sábado, 30 de enero de 2016

MENOS PAN Y CIRCO


Salvador García Llanos

El pleno del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz ha aprobado, por unanimidad, una propuesta del Grupo Municipal Socialista consistente en llevar a cabo durante el verano unas celebraciones que, poco menos, equivalgan a las de Carnaval.

Con los debidos respetos, nos parece una iniciativa inapropiada y fuera de lugar, que ni siquiera servirá para estimular la creatividad de quienes tienen en las fiestas populares una fuente de inspiración y realización. Cada cosa tiene su tiempo y sus fechas. Tratar de innovar, simplemente a partir de una asimilación siquiera en un tiempo proclive a la distensión y al divertimento, es una propuesta, cuando menos, extraña. Lo de menos es disfrazarse de bombero o arlequín en plena canícula: previsiblemente, las temperaturas invitarían a ir con cuanta menos ropa, mejor. Lo sustantivo es que ni hay ambiente ni se dan las circunstancias para que la participación sea efectiva y para que el contenido de la programación reúna unos alicientes adecuados. No los hay ahora, cómo sería en verano…

Y este planteamiento es el que nos aproxima a argumentos más sensatos. Por ejemplo, si el Carnaval portuense está, como otras tantas cosas de la ciudad, en plena decadencia, ¿por qué no estimularlo y potenciarlo para que recobre cuotas de popularidad y brillantez que ya tuvo?, ¿por qué no hacerlo cuando toca, en los días que corresponde, en el calendario de toda la vida? Eso parecería lo lógico: se trata de no contribuir a desnaturalizarlo o a desvirtuarlo aún más, inventándose unos números festivos en una época que muy pocos entenderían y en la que, entre las Fiestas de Julio y las de los barrios, más añadidos puntuales que siempre surgen, vamos sobrados de jolgorio y desenfado.

El Carnaval del Puerto de la Cruz requiere de más imaginación, por un lado; y de un esfuerzo colectivo para enriquecerlo, especialmente por parte de quienes sienten la fiesta, la viven, la quieren. Y eso es muy respetable. El Carnaval portuense, lo hemos dicho por activa y por pasiva, tiene su propia personalidad. Y si ésta palidece o se difumina, se trata de revitalizarla.

Desde otro ángulo, el acuerdo adoptado flaquea: el municipio tiene en estos momentos otras necesidades y otros apremios. Hay problemas que se eternizan, no se dispone de un presupuesto, falta impulso político para atender demandas ciudadanas.  Esta es la realidad: un Ayuntamiento maniatado, económica y financieramente hablando, con los recursos justos para cumplir con las obligaciones, y que no es capaz, otro ejemplo, de regular la ocupación de la vía pública, tiene aspectos más importantes que atender antes que experimentar con fiestas de Carnaval ¡en época veraniega!


Habrá guiado la mejor intención a los promotores -es una lástima que otras iniciativas suyas en este pleno vayan a ser inadvertidas o no prosperen- y a quienes han producido el acuerdo -la unanimidad es indicadora de identificación con la idea- pero menos pan y circo cuando hay tantas carencias, cuando tantas dudas sigue inspirando el modelo que se quiere y cuando el estancamiento en varias actuaciones y proyectos raya en la esclerotización.

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