Graciliana Montelongo Amador
Hace unos días escuchando las desagradables y nada
respetuosas declaraciones que la vicepresidenta primera del congreso de los
diputados usó para referirse a un nuevo miembro del congreso me han hecho
recordar lo que siempre me decía mi madre: No juzgues a nadie solo por su forma
de vestir, es un grave error. La falta
de educación y de respeto que tienen, algunas, de las personas que ostentan un
cargo público es lamentable ¿Qué ejemplo damos a los niños, a los jóvenes sobre
el buen comportamiento, sobre la tolerancia cuando escuchamos estas
manifestaciones y cuando vemos estas imágenes? ¿Se deduce de estos hechos que
al congreso solo se puede ir vestido de la forma, que ellos, los que parecen
ser los dueños, creen conveniente?
Afortunadamente
después de las pasadas elecciones y reflexionando en los resultados, queda
perfectamente claro que el pueblo quiere un cambio, necesitamos un cambio pero
un cambio para mejorar. Tenemos mucho trabajo por delante porque estamos
perdiendo el rumbo. La sociedad en la que vivimos es cada vez más cruel,
injusta y materialista. Ayer revisando mi correo recibí una grata y ejemplar
imagen obra del fotógrafo Cesare Bray y estudio de Bárbara Hermel Bach, que
creo vale la pena describir: Una manada de lobos avanza por la nieve. Los tres
primeros son los viejos y enfermos, ellos llevan el ritmo de la manada. Si no
fuera así, se quedarían atrás, abandonados, perdiéndose en el camino... Luego
le siguen los más fuertes y en el centro el resto de miembros. Al final, solo y
un poco alejado va el Alfa. Desde su posición controla la situación porque
puede verlo todo. La manada se mueve según el ritmo de los ancianos, cuidándose
y ayudándose unos a otros.
Los animales nos recuerdan, nos enseñan, como debemos
vivir, como debemos caminar para no perder el norte de una sociedad fragmentada
por nuestros errores.
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