Juan Disante
El amarillado prevalecer de la fachada sorda
se interpone apurado
repentino
a traspié
a los pasos austeros de los no ávidos
en las caminatas con olor a arena
sobre los adoquines pisoteados del tiempo
y no hay respuesta del hermitaño Hermes
sólo sonsacar al último tren descarrilado
a los huecos sabedores de huecos
que temen de las pelusitas que crecen
hoy no mañana sí
que no se afligen por los distintos verbos
peticionantes del quiero más
por la subterránea Buenos Aires
donde los ciegos siguen rompiendo sendas
tientando paredes.
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