Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL
A lo largo de la historia del municipio orotavense,
destacan toda una serie de personalidades que han marcado un punto de inflexión
por sus acciones, permaneciendo el recuerdo de aquellos cuyos méritos continúan
siendo admirados. De esa larga nómina podríamos destacar, sin lugar a dudas, la
trayectoria de Nicandro González Borges. ¿Quién fue y que hizo tal hombre?
Según destaca Juan Cullen Salazar en su obra El Colegio San Isidro de La
Orotava (1907-1998), González Borges nació en La Orotava el 9 de mayo de 1846,
siendo hijo de Bernardino González y Hernández Salgado y María del Carmen
Borges, mostrando, desde muy joven, una intensa y profunda preocupación por aquellos
acontecimientos que ocurrían en su pueblo natal, existiendo múltiples ejemplos
desarrollados por el mismo con la finalidad de lograr una mayor belleza para el
lugar a través de su aprecio por la naturaleza.
Ese aprecio por su lugar de
nacimiento se materializó, por ejemplo, en costear en el año 1912 con su
“peculio personal la decoración del tímpano de la fachada del Ayuntamiento de
La Orotava con el escudo heráldico de La Orotava” según expone el autor en la
obra expuesta. Sin embargo, su nombre se ha unido y sobre todo es conocido por
su relación con el Colegio San Isidro. La labor de nuestro biografiado fue
esencial para la construcción del Colegio San Isidro, pues adquirió los
terrenos para su ubicación. Debido a sus problemas de salud y con la finalidad
de garantizar y culminar las obras del edificio que se estaba construyendo,
decidió crear una “Junta de Patronos, que administraban los bienes
fundacionales, consistentes en el inmueble y una finca de platanera y granja de
animales”, según señala Guillermo Navarro González en su libro Los Salesianos
en La Orotava (1948-1998).
Tal y como refleja Juan del Castillo León en su obra
Esencias de La Orotava, ante González Borges nos encontramos con “uno de los
grandes patricios de La Orotava”, permitiendo con su legado materializar el
nuevo centro educativo que tendría como primeros educadores a los Hermanos de
las Escuelas Cristianas, aunque la presencia de éstos en La Villa se remontaba
a 1908. Desgraciadamente, González Borges fallece en 1916 y la culminación del
proyectó por el que tanto apostó se retrasó hasta 1919. Los Hermanos de las
Escuelas Cristianas continuaron con su magisterio hasta 1941. Por diversas
razones, se marcharon de la Villa y se inició una crisis en el funcionamiento
de la institución educativa durante varios años. Bajo el principio cristiano
establecido por González Borges en su testamento fundacional, se inició la
búsqueda y el contacto entre el Patronato y la Congregación Salesiana,
inaugurándose a partir de entonces la presencia de los Salesianos en La Orotava
bajo el principio de San Juan Bosco (1815-1888).
En definitiva, con un doble recuerdo hemos escrito este
artículo: por una parte, reflejar algunos aspectos de la vida y obra de
González Borges ante el centenario de su fallecimiento y, asimismo, mostrar
brevemente la importancia de la orden salesiana a través del legado de San Juan
Bosco, creador de un modelo educativo universal y cuyo santoral mañana, día 31
de enero, se celebrará con enorme regocijo por la amplia comunidad repartida a
lo largo del mundo que vive y trabaja siguiendo su estela.
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