Juan Calero Rodríguez
Si tener una novia ya de por sí es un tanto
difícil, que esa Bella Dama enamore por igual a hombres y mujeres y no sentir
celos, es todo un milagro seguirla queriendo como de uno al cabo de quinientos
años de su nacimiento.
La Habana, declarada una de las Siete Ciudades
Maravillas del Mundo en junio de 2016 y
el Centro histórico de La Habana Vieja Patrimonio Mundial de la UNESCO, en
1982, contando actualmente con poco más de dos millones de habitantes cumple
quinientos años, mejor dicho, cumple esa friolera de cinco siglos la primera
misa que se ofició, justamente debajo de una impresionante ceiba, y el primer
cabildo en la villa de San Cristóbal de La Habana en donde posteriormente fue
construido en 1827 la emblemática edificación neoclásica El Templete, contando
con un pórtico de seis columnas, junto a la Plaza de Armas.
Las "fotos" de aquellos acontecimientos
históricos llegaron tres siglos después bajo el pincel del francés que
revolucionó las artes en Cuba, Jean Baptiste Vermay (1786-1833) y son los óleos
"La Primera Misa" y "El Primer Cabildo", ambos de 1826 y
“La inauguración de El Templete” (1828), junto con la restauración de los
cuadros de la Catedral lo inmortalizan como intérprete de la fundación de la
villa de San Cristóbal de La Habana un 16 de noviembre de 1519.
Tomando datos de internet refrescamos que el
obispo Espada y Landa, deseando restaurar algunos antiguos lienzos que había en
la Catedral de La Habana, traídos por los Jesuitas a Cuba, escribió hacia 1814
a Goya para que le enviase a un artista capaz de ejecutar, tanto los trabajos
de restauración, como otros que se le encargasen.
Se dice que Goya le trasmitió el encargo a un
amigo de París y que este le recomendó al joven Vermay que se destacaba por su
apego al neoclasicismo. Llegó a La Habana en 1816, contratado para realizar
algunas pinturas decorativas en la Catedral.
A los dos años de llegar el laborioso maestro
francés dejó terminadas las restauraciones que motivaron su venida y decidió
permanecer en la ciudad. El pintor simpatizó con los sentimientos de los
cubanos estrechando íntima amistad con el poeta José María Heredia. Con la protección
del Obispado y del Superintendente de la Real Hacienda, don Alejandro Ramírez,
consiguió que se le permitiese establecer, en un local del Convento de San
Agustín, una escuela de dibujo, asignándosele un sueldo de mil pesos fuertes al
año.
Esta escuela fue la que tomó, pocos años después
de ser establecida, el 12 de enero de 1818, el nombre de Academia de Bellas
Artes San Alejandro (en memoria del Intendente don Alejandro Ramírez). Vermay
fue su primer director y continuó asiduamente la enseñanza gratuita por lo que
se granjeó una gran estimación pública.
Durante doscientos años se formaron grandes
pintores en San Alejandro, como también pasaron por sus aulas algunos que más
tarde se convirtieron en importantes figuras como el Héroe Nacional José Martí.
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