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sábado, 16 de noviembre de 2019

CON EL PSOE (EN MINÚSCULA SIEMPRE, POR FAVOR) EN EL QUIRÓFANO


Lorenzo de Ara


Vamos a meter al psoe en el quirófano, no para curarlo (imposible para la medicina moderna), pero sí para saber lo que lleva dentro. Y en su interior no hay alma. Que lo sepa usted de antemano, sapientísimo lector. Pero es un mundo de tinieblas apasionante. Por ejemplo, abrimos en canal el cuerpo del socialismo y encontramos lo que Rafa Latorre primero descubre: “Uno de los rasgos más identificables del socialismo calvinista es que sería capaz de esconderse en la celda de un golpista en Lledoners con tal de no encontrarse con su enemigo, que es el PP”.


Y en el transcurso de nuestro viaje por las tripas (sólo hay tripas) del socialismo, Jorge Busto dispone del segundo necesario para asegurar lo siguiente: “El PSOE acabó de morir un martes de noviembre de 2019, cuando su secretario general abrazó al epígono leninista de Anguita para abrirle la puerta del Consejo de Ministros”.

Y pegado a Bustos está Gross con otro bisturí: “Sánchez no hay dos, como estableció Carmen Calvo, sino todos los Sánchez que puedan surgir en cada ahora.” Su “ahorismo” es inapelable.

¿Y qué me dicen de Karina Sainz Borgo? Ella no quierer perderse el destripamiento: “Tieso y agarrotado, Pedro Sánchez se deja arrancar un abrazo de Pablo Iglesias, el hombre al que durante meses humilló y cuyo semblante se debate esta mañana entre el pudor y la euforia.” El “ahorismo” del sanchismo de nuevo en eyección populista.

La conclusión es clara: La destrucción de la socialdemocracia española es un hecho.

(En el Puerto de la Cruz preguntas a los sociatas por socialdemocracia y todos saldrían corriendo en busca de una respuesta convincente que saliera de la boca del gacetillero juntaletras petrificado el altar de la mediocridad).

Por cierto, con Sánchez en Moncloa, con Pablo teniéndola dura en la vicepresidencia y con Junqueras mandando desde la cárcel, mas Otegi susurrando lo que debe hacerse por el bien de la paz (manda cojones), que nadie hable de la dignidad de la democracia. Que nadie de los socialistas o peperos venga a reclamar dignidad a la democracia más espantadiza de Europa. O del mundo. (Con permiso del señor Casimiro Curbelo en La Gomera).

En verdad nada desiguala más que ver a tarugos encaramados en el poder y a personas de valía ya sin esperanza y rendidos ante la opresión de la tiranía del populacho con derecho a voto.

Savater también se apunta a este viaje por el horror más lúcido y necesario para la buena salud de España, y apuntándose sigue manteniendo con vida El País de Soledad: “Tras quienes claman por “más democracia” vi a imitadores de los Castro, Maduro, Evo Morales y demás boicoteadores de la democracia plena en América. Y más calaveras entre quienes piden libertad de expresión y manipulan los medios públicos, entre los “pacifistas” que incendian las calles y hostigan a quienes discrepan o impiden a los estudiantes asistir a clases porque sus rectores de disimulada faz siniestra prefieren que hagan másters en barricadas.”.

En las palabras de filósofo yo veo al psoe de Sánchez y al psoe de los sociatas del Puerto de la Cruz. Y cuando escribo sociatas no señalo al alcalde de la ciudad, no. Esos sociatas portuenses están fuera del ayuntamiento, aunque hay concejales, mujeres incluidas, por supuesto, que desde que ponen el pie “izquierdo” en el suelo, solo parasitan por el consistorio. ¡Pero exclaman que están ocupados!

Yo quisiera estar tan seguro como lo está Ángela Vallvey: en este quirófano: “Los ciudadanos pueden ahora ser manipulados de muchas maneras –sí–, pero cada vez son más conscientes del poder que ponen en manos de los políticos.”

Pero no. En este presente de mi vida resulta imposible que pueda aceptar que el ciudadano disfrute de esa conciencia de poder que en verdad tiene. Porque, oh desgracia, donde Vallvey ve ciudadano, yo veo súbdito. Y por ese motivo, entre otros, Sánchez manda, manda Junqueras, manda Iglesias, manda Torra, manda Otegi, y hasta mandan algunos sociatas que desmoralizan a los cobardes de la derecha en el Puerto de la Cruz, en la cual, por fortuna, hay una Antonia Domínguez que no calla, ni se arruga, ni pide perdón por ser libre en tertulias. Ella sí que representa a esa ciudadanía libre y consciente de su poder.

Salgamos del quirófano. El cadáver apesta

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