Existen
silencios que resuenan escandalosos. En ocasiones, el mutismo de quien se
espera que grite es lo más desvergonzado. Y es que la afonía de los
representantes sindicales del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz empieza a
aclarar el misterio, que no su voces. Todos recordamos las palabras malsonantes
de los que disfrutan de su crédito sindical dirigían al gobierno municipal en
el mandato anterior. No únicamente trataban de desprestigiar a los políticos,
al parecer, del bando contrario, sino que también lo hacían con sus propios
compañeros que, como consecuencia de su vocación de servicio público, cumplían
con sus obligaciones profesionales, y eso hacía que llegaran a denominarlos
públicamente con calificativos tales como “acólitos” y “boinas subordinados”,
entre otros.
Sin
embargo, ahora, la anécdota de un ciudadano portuense regalando un juego de
neumáticos para la Policía Local a fin de evitar que un vehículo patrulla tenga
que circular con la rueda de repuesto, ha puesto en evidencia la ocultación por
parte de los sindicatos de los problemas que sufren a diario quienes con su
voto los han colocado en esos puestos de defensa de los empleados. Ya no hay
pandemónium como consecuencia de tener que subir el automóvil de las sirenas a
la grúa, o porque no haya motocicletas que pilotar. Ahora todo es sosiego y
tranquilidad. Los liberados sindicales sufren de afasia.
Todos
esperamos que este el hecho que los sindicatos guarden silencio nada tenga que
ver, ni sea consecuencia, de la no culminación de los expedientes
disciplinarios abiertos a algunos policías por la supuesta comisión de faltas
muy graves. Hemos de confiar que aquel representante sindical que se creyó
invisible y que su reflejó en la ventana lo descubrió, no haya sido agraciado
con la no terminación en tiempo de su expediente disciplinario como pago a su
silencio. Tenemos que suponer que cuando su sindicato interpuso una denuncia
ante la Fiscalía contra el anterior responsable de seguridad del municipio, y
de la que mucho ruido se hizo, y ningún recorrido judicial tuvo, no guarda
relación con el premio de la amnistía por la vía de la omisión.
Hoy, los que están dispensados de trabajar como los demás, porque se les presupone defendiendo intereses sindicales, por un lado, callan ante las quejas de sus compañeros y no las publicitan como hasta no hace muy poco hacían sin misericordia, y sin gusto alguno, todo sea dicho, contra los anteriores regidores, y por otro lado, se benefician de una intrigante política de personal. Ya Comisiones Obreras en el Puerto de la Cruz es Retribuciones Favorables, ya Intersindical Canaria es Patrocinio Beneficiado.
No
sólo nos encontramos ante la no finalización de expedientes disciplinarios en
las Casas Consistoriales, sino también ante la rebaja sustancial de las
sanciones impuestas a algún representante sindical que había sido sancionado
por su reiteración en el incumplimiento contumaz en sus funciones como
trabajador de la empresa que pagamos todos los portuenses. Probablemente, no
lleguemos nunca a conocer si la causa efecto de dicha forma de dirigir a los
empleados esté motivada en el pago de los servicios prestados, pero lo cierto
es que, las organizaciones sindicales han actualizado a Miguel de Unamuno,
pues, a veces, el silencio es la peor mentira.
El maná le ha caído en las manos del sindicalista que atacaba a los anteriores gobernantes como si de un rezo a los socialistas se tratase. Ahora, como si por combustión espontánea se hubiera producido, le aparecen en sus palmas informes de la intervención municipal que utiliza en su demanda para entrar por la puerta de atrás al Ayuntamiento, no teniendo acceso a dicha documentación siquiera el abogado de la Corporación Municipal, y que se suma a la aportación que el miembro de la candidatura socialista contribuye como testigo. Las plegarias dirigidas a la divinidad socialista reciben, curiosamente, su respuesta. Los que antes vociferaban contra los demonios de la derecha, siguen orando a los endiosados de la izquierda, manteniéndose mudos en la defensa de sus afiliados. No obstante, por mucho que se esfuercen, ya nos decía el compositor de jazz, en ocasiones, el silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos.
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