Salvador Gracia Llanos
Sin credibilidad ni confianza no hay periodismo, de
acuerdo. Pero debemos ser conscientes de que navegamos en un océano de datos,
por lo que la inmediatez se convierte en uno de los principales valores al que
tienen que aspirar todas y cada una de las informaciones que publica un medio
en la Red. La pregunta inmediata es si ello resulta positivo y la respuesta,
partiendo del principio de la inmediatez como seña de identidad, es, cuando
menos controvertida.
Entonces, ¿cuál es el valor de la primicia? Es evidente que
en un mundo hiperconectado y sobresaturado de datos, la tarea periodística
tradicional se ve afectada notablemente. Disponer de una noticia o de una
información que no tuvieran los demás, era un tesoro, un capital periodístico,
no digamos si el poseedor estaba haciendo méritos para un ascenso o había
acumulado ya el suficiente crédito como para, que, en el ejercicio de sus
responsabilidades, le confiaran cometidos de más enjundia. Era el scoop, la
exclusiva, aquel hecho que se plasmaba en el papel después de una ardua labor
de investigación y de amarrar —informativamente hablando— no pocos extremos.
Claro que aparecieron los egocentrismos o los personalismos
exagerados, fruto del periodismo de lucimiento y del afán de publicar una
información que igual circula en otros medios pero que, con eso que se
consideraba olfato periodístico, con un tratamiento adecuadamente atractivo,
producía un impacto y hasta parecía novedoso. Y entonces la primicia no solo
era menos, sino que aparecía desvirtuada. Siempre recordaremos el consejo de
algún director: “A veces, más importante que ser los primeros, es ofrecer la
información más sólida, más completa, mejor documentada y apta, pues, para ser
creíble”. En efecto, las prisas por adelantarse o ser los primeros, trabajar
con apremios —si se quiere, se modulan—, puede inducir a errores que siempre
serán de lamentar, independientemente de otras consecuencias, entre ellas los
perjuicios a protagonistas o afectados en el hecho noticioso. Y es que el
público, lo que de verdad quiere es que las cosas se cuenten bien. Para el
medio, una máxima sería que hemos de ser los mejores en contarlo.
Y es que “la actualidad no existe, se crea”, sentenció hace
años Carlos Luis Álvarez, Cándido, uno de los periodistas españoles
sobresalientes. Ese es el mérito, tomar la iniciativa y armar con informaciones
propias un mosaico de actualidad, da igual que la competencia vaya a remolque.
Fabricar la actualidad hasta la obtención de un producto periodístico serio y
cualificado es un ejercicio complicado, pero hay que intentarlo, no importa que
las empresas editoras parezcan más interesadas en la cuenta de resultados, en
los números de la difusión o de la tirada y hasta en contentar intereses de
terceros. Sobra decir que, para crear, además de olfato, hay que tener
motivación, buen clima profesional, buenas herramientas y recursos apropiados.
Hay que lograr que la rapidez sea compatible con otros principios conceptuales
del periodismo. La credibilidad se arma con todo ello y la confianza se gana
tomando el pulso de los consumidores de información, sobre todo manteniendo su confianza
y estimulando su espíritu crítico.
(Artículo publicado en el suplemento especial del periódico
EL DíA, del domingo 24 de noviembre, dedicado al nuevo diseño de la centenaria
cabecera).
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