Lorenzo
de Ara
En
Portugal, que nos pilla más cerca, partidos como el PNV, Bildu, ERC, no podrían
concurrir a unas elecciones. En realidad, sólo existirían en la clandestinidad
de la violencia golpista, y serían perseguidos con la fuerza legal de un Estado
que no se toma a broma nada que tenga que ver con la seguridad, la unidad y el
bienestar de los ciudadanos.
Aquí,
en nuestra bendita España, acobardada y dispuesta a dar lecciones de democracia
a medio mundo, sucede lo contrario. Partidos que tienen como objeto de su existencia
acabar con España y destruir familias, reciben dinero con transparencia, pero
también en las oquedades del sistema, además de disponer de un apoyo constante
para persistir en el secuestro de gobiernos de cualquier color político.
Ya
digo, en Portugal, esta realidad nuestra sería inconcebible. Y lo mismo
sucedería en Francia y en Alemania.
PNV,
Bildu y ERC, por citar tres ejemplos notables del embrutecimiento democrático
que hemos pergeñado con esmero durante cuarenta años, cuentan con nuestra democracia
como la mejor aliada para sus intereses.
Esos
partidos son enemigos de todo lo bueno, pero la democracia española consiente
que 17 concejales de ERC, 5 o 6 del PNV, y otro puñado más a las órdenes de
Otegi, ocupen asientos en el Congreso para destripar España y robar a los
ciudadanos.
¿Cómo
se puede consolidar una sana y equilibrada democracia con ejemplares así en
libertad?
Cuando
el Rey en su viaje a Cataluña es escoltado como si se tratara de Trump
visitando la redacción de El País o La Sexta, es que algo va rematadamente mal
en esta patria nuestra.
Las
fuerzas nacionalistas radicales y antiespañolas no deben seguir por más tiempo
chupando de la teta.
Cayetana
Álvarez de Toledo hace bien pidiendo perdón a los catalanes que se han visto
desprotegidos por el PP durante años. Y el perdón debería salir de la boca de
Pablo Casado con la misma normalidad y una humildad infinita.
40
años lleva la democracia tendida sobre la cama con las piernas abiertas. Y
sobre ella están el PNV, Bildu, ERC, así como otra serie de partidos que,
aprovechándose de absurdos complejos, sacan beneficio de un fornicio miserable.
Nada
cambiará a corto plazo. Nada puede cambiar porque esos partidos, como la
antigua CiU, saben demasiado. Y pueden hablar. ¿Qué ocurría entonces con el
psoe, con el PP, con presidentes y gobiernos enteros?
Las
cloacas del Estado hablan no sólo a través de las miserias del psoe y PP,
también a través de estas formaciones minoritarias, aunque grotescamente
todopoderosas.
Sin
embargo, sapientísimo lector, recuerda que, en países modélicos como Portugal,
Francia o Alemania, una realidad tan gangrenosa sería válida para una serie de
televisión.
Incluso
para una película pornográfica titulada “Democracia: barata y a tu
disposición”.
Pero
nunca para la realidad política.
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