Lorenzo de Ara
“Prometió detener a Puigdemont y ahora implora el respaldo
separatista para su investidura. Aseguró que un gobierno con ministros de
Podemos le quitaba el sueño, y después del 10-N corrió a firmar una coalición
con la extrema izquierda.
Prometió intervenir TV3 y tipificar el referéndum
ilegal como delito, y ahora se muestra dispuesto a regresar a la rendición de
Pedralbes. Y sostuvo que la insurrección secesionista era, ante todo, un
problema de "convivencia", aunque ahora ya admite la naturaleza de un
conflicto político. Machado explicó gráficamente esta falta de escrúpulos:
"En política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás
quien pretende que sople el aire donde pone la vela". Faltar a la verdad y
quebrar el compromiso electoral con los ciudadanos de forma tan flagrante, tal
como ha hecho Sánchez, socava la confianza en la política y abona el descrédito
institucional”.
Lo que usted ha leído, sapientísimo lector, es una parte
del editorial del periódico El Mundo, publicado hoy lunes 18 de Noviembre de
2019.
El protagonista de tales mentiras no es otro que Pedro
Sánchez. Ese hombrecillo que adoran los sociatas, porque son, al igual que él,
un subproducto del sistema, un grano en el culo de la democracia.
Sánchez y los sociatas son esas cosas. Y muchas otras.
Ninguna buena, por supuesto.
En el mismo periódico, en “Papel”, se puede leer un
análisis sobrecogedor. Dicho trabajo tiene un título que reza así: “La nueva
era de la política ficción: por qué mentir ya no resta votos”.
Es francamente demoledor.
“La suspensión de la incredulidad se ha apoderado en los
últimos tiempos del votante, capaz de tragarse una cosa y la contraria en menos
de 24 horas con tal de seguir disfrutando la función. Sin inmutarse.”
Y así sucesivamente.
El populacho, el borrego, el sociata en este caso, es
ese subproducto capaz de tragarse las
mendacidades del monclivota.
Pero también sucede con los perrunos del PP, y de cuantos
siguen ciegamente la doctrina de muchos partidos.
La política es mentirosa. Vive para la tele, para el tuit,
para el Facebook, para la inmediatez. Ya nadie recuerda lo que asevera un
representante público más allá de las 24 horas.
La política es para la tele un granero más donde ganar
audiencia y obtener beneficio, un espectáculo para ganar dinero fácil, y los
profesionales de la política participan con desnudez intelectual, acompañados
por una caterva de periodistas que van a lo mismo. Entre todos convierten al
pueblo soberano en un soberano juguete inútil y sobrante.
No hay memoria. No hace falta.
La mentira es la perfecta herramienta del político con
suerte y con deseos sinceros de aferrarse al poder cueste lo que cueste.
El pueblo/populacho/aborregado vota.
Y ese voto, créanme, es tan inútil (aunque peligroso) como
el cerebro de Sánchez.
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