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sábado, 2 de junio de 2018

“LAS SEGUNDAS INTENCIONES”


María Isabel Miranda de Robles

No busques ni escondas segundas intenciones en mis palabras, si me tropiezo, si me caigo o me equivoco en lo que digo, es porque soy humana, no por intención. ¿Qué necesidad de romperte la cabeza imaginando que si dije “esto” lo diría por “aquello”? No te creas que es fácil esconder elefantes detrás de los postes del alumbrado, ¿Por qué suponer que si juegas con las palabras diciendo una cosa se va a entender otra? ¿Para qué está la verdad entonces? Es cierto que la verdad no siempre se presenta radiante y vestida de colores; pero nunca le he tenido miedo.

Hay gente que pierde gustosa sus afectos sin aclarar situaciones tan solo porque “creyó” descubrir esas segundas o terceras intenciones, a veces inexistentes. Qué difícil es estar cuidando siempre lo que decimos por temor a herir susceptibilidades ajenas. ¿Dónde queda la espontaneidad? ¿Es la sinceridad una mentira entonces?

¿Te has devuelto tú alguna vez sobre el camino de todo lo dicho en tu vida? ¡Qué ocioso! y sin embargo, quizá así te darías cuenta de cuántas veces te han perdonado aquellos que bien te quieren y lejos de sentirse ofendidos, te disculparon convencidos de que un laberinto de palabras te encerró y saliste por el significado que menos esperabas.

Es cierto, que, diferentes apreciaciones de conceptos pueden desprenderse de una sola expresión; pero ¿qué podemos hacer? ¿Obligar a los demás a que nos entiendan como nosotros necesitamos ser entendidos? En este mundo como hay colores hay estados emocionales y códigos mentales que se encargan de ponernos en situación de afinidad o no afinidad con los demás. Eso es todo. Si no fíjate como a veces se echan a perder maravillosas pláticas colectivas cuando una “risita” sobresale a la voz principal “celebrando” el doble sentido que creyó encontrar en una frase que nada tenia que ver con tu propia situación mental.

Deja que nos expresemos tal cual queremos hacerlo.
No te conviertas en un detective de significados, no vayas tras las palabras rastreando mensajes. Pueda que todos queramos ser fieles a nuestros deseos y emociones a la hora de hacerlos frases y el mismo miedo a ser mal interpretados o sobreentendidos nos desvía de nuestro modo original.

La gente que dice “se lo voy a decir de esta forma a ver si entiende lo que quiero dar a entender”, esta enviando un anónimo. Si el que esta a prueba capta la idea y lo encara, el otro siempre responde: “ay, pero si yo no te lo decía por eso”. La cobardía, como los errores, nunca son reclamados por su dueño.

No es grato sentirnos acorralados por ningún dueño de verdades, porque de esos hay muchos; pero, sí te digo que nadie revuelve, por gusto, hiel entre la miel; por eso me gustaría que siempre tuvieras en mente, que aun con todo lo que me equivoque, siempre que hablo contigo o con quien sea, yo trato de pasar el mejor momento de mi vida. El último de mis deseos es dejarte ofendido.

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