Evaristo Fuentes Melián
Recuerdo a Víctor Rodríguez--q.e.g.e. —sacerdote
salesiano que, con un muy crítico artículo en la prensa insular (‘Niños pobres
en el Monte de La Orotava’, EL DÍA, 9 enero 1975, pag.3), tuvo los arrestos de
decir verdades como puños (¿puños comunistas?), y colaboró en sacar de la mendicidad
a aquellos niños de Los Altos, que por una propina ofrecían ramitos de flores
ajadas al paso de los coches y guaguas (perdón, autocares) con turistas hacia el
Teide.
Habitó entre nosotros, secularmente, un teatro
utópico de operaciones, en el que el caciquismo más flagrante (unos pocos),
actuaba sobre los criados/esclavos (una multitud). Pero al paso del tiempo, los caciques
tradicionales, la aristocracia a veces falsa—sin sangre azul que llevarse al
árbol genealógico--fue bajando sus humos al compás de un desarrollo popular
palpable, evidente, que, valgan verdades, tuvo lugar en gran medida gracias al
alza económica por el turismo de masas que nos empezó a llegar desde Europa.
Si
repasamos el desarrollo de la escolarización, Canarias, Andalucía y Extremadura
(regiones más deprimidas) tuvieron en el llamado Libro Blanco (1971) de un
ministro de Franco, Villar Palasí, un programa excepcional en calidad y
cantidad--impensable hasta entonces en la Historia de España--de construcciones
escolares. Entre 1972 y 1976 se fabricaron colegios públicos de EGB, en número
de sesenta en la provincia de SCTF, con unos cuarenta mil nuevos puestos
escolares. Más tarde, en 1980, otro programa similar sacó definitivamente del
analfabetismo a los barrios y caseríos que aún carecían de escolarización
propiamente dicha. El equipamiento en infraestructura (electricidad, agua a
presión, sanidad, vivienda, escuela…) llegó también a los núcleos marginales.
En La Lista, el best sellers de Bosco González
(pregonero de las Fiestas Mayores orotavenses de este año) basa su argumento en
una especie de asesinatos en serie, en los que muere hasta el apuntador. Sucesos
similares pasaron en toda España. Miguel Delibes lo dejó bien claro en su
apabullante, escalofriante historia extremeña novelada, llevada al cine por
Mario Camus: ‘Los Santos Inocentes’.
Espectador
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