Salvador
García Llanos
Con modestia,
pero con rigurosa precisión. La exposición nos acerca a los esfuerzos
realizados en distintas épocas para dimensionar adecuadamente la figura del
insigne ingeniero e inventor portuense Agustín de Betancourt. Se puede
contemplar en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) durante
todo el mes de julio.
Un
siglo de homenajes, en el 260 aniversario de su nacimiento, es una prueba más
de la comisión promotora empeñada en acercarnos al preclaro científico
portuense, la segunda actividad que se tributa en formato exposición. Juan
Cullen Salazar, Isidoro Sánchez García, Eduardo Zalba, Nicolás Rodríguez,
Alejandro Lorenzo Lima... El comisariado, a cargo de 'Lhorsa. Gabinete de
Historia del Arte'.
Desde
1901, cuando es sustituido el nombre de la calle de la Oposición por el de
Agustín Betancourt, por acuerdo del consistorio, hasta febrero del presente año
cuando otra decisión de la corporación le reconoce como hijo predilecto a
título póstumo. Ese es el marco temporal de los homenajes que ha tributado la
ciudad, pasando por la segunda mitad del siglo XX, cuando allá por los
cincuenta le fue encargada a Jesús María Perdigón, entonces becado en Madrid,
la confección del busto actualmente emplazado en la plaza de la Iglesia y por
la que no cobrará honorarios. Se conserva, por cierto, y se exhibe la colección
epistolar mantenida para ultimar detalles de dicho encargo.
Al
busto se le han dado hasta cuatro soluciones, después de la citada a finales de
los cincuenta. En 1974, en el 150 aniversario de su fallecimiento, se modifica
el basamento de hormigón y se reduce, sobre todo, la altura del monumento. En
1980 se vuelve a cambiar la configuración con la dotación de la placa original
que resume la trayectoria del científico y en 2008, el año de Betancourt,
cuando en Rusia se emitía un sello conmemorativo, en el más cercano contexto de
ProArt1, bajo la dirección de Julio Espinosa, se acomete una alternativa,
consistente en la colocación del busto sobre piedra natural del sur de la isla.
La
exposición se complementa con una miscelánea de cosas: fotos, documentos,
bocetos, recortes de prensa... Hay que aludir también a la obra de Nicomedes
Pérez, en acero cortén, emplazada en las casas consistoriales, zona del antiguo
convento de Santo Domingo.
Este
siglo de homenajes se completará con la publicación que prepara el doctor en
Historia del Arte, Luis Alejandro Lorenzo Lima, fruto de una investigación
hecha en la Universidad Europea de Canarias. Igual Juan Cullen, por cierto,
aporta algunas fotografías o secuencias del acto de la rotulación de la avenida
con el nombre de la Familia Betancourt y Molina, once hermanos, entre los que
sobresalieron por su aportación creativa y científica José, Agustín y María.
En fin,
una exposición pletórica de interés, concebida con modestia, como dijo el
profesor Zalba, pero con unas miras tan precisas como interesantes. Betancourt
se las merece.
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