Teresa
González
Por fin
besé el mutis
de tu
clavel mañanero,
por fin
te infiltraste
en mi
cuerpo
para
calmar tu sed con la mía.
No
quiero despertar
y
encontrarme vacía,
sola en
el infinito
desencanto,
mi sombra.
¿Quién
eres? ¿Dios o Demonio?
No
quiero saberlo
Has
dibujado una sonrisa
en mis
labios
y has
encendido
mi
volcán apagado
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