Salvador García Llanos
Hasta cinco fechas ha barajado el gobierno local
del Puerto de la Cruz (PP+CC) para la reapertura del complejo turístico 'Costa
Martiánez', popular Lago. Ello demuestra que no se distingue por el sentido de
la planificación (más grave al tratarse de una actuación puntual, doméstica,
que se acomete cada año, casi siempre por las mismas fechas) ni por una
sobresaliente capacidad de gestión. Hasta circuló un pareado días atrás en
redes sociales: “El Lago tiene fecha de reapertura pero ayer no hay había llegado
la pintura”.
La pintura está, por fin, y los trabajos siguen su
curso, de modo que ahora es el jueves 29 cuando la instalación esté disponible
en su totalidad. Cuentan que las escenas de malestar entre usuarios y turistas
durante estas fechas de cierre se han elevado considerablemente.
Y esta es la consecuencia directa de la falta de
planificación, de la descoordinación y de la pobre capacidad de gestión. El
resultado es el deterioro de la imagen turística que baja muchos enteros. Y no
es necesario insistir en el carácter emblemático de la instalación para la
oferta turística, tanto en invierno como en verano. De ahí que insistamos con
este problema después de haber sugerido un análisis autocrítico, serio y
exhaustivo para gestionar el complejo.
El Grupo Municipal de Asamblea Ciudadana Portuense
(ACP) ha sido muy crítico al respecto, al poner el dedo en las llagas de las
deficiencias y del retraso en la ejecución de los trabajos con evidentes
perjuicios para todos. Porque pensemos que las demoras y las prisas acarrean
resultados poco favorables. En concreto, hay que dejar secar la pintura
adecuadamente, tal como sugieren los parámetros de los fabricantes de la misma.
Si no se hace así, sobreviene el deterioro y lo que es peor, se perderá la
garantía de los fabricantes.
El caso es que habrá que aguardar una semana más.
Pero no hay que echar en saco roto estas anomalías, estas demoras que dañan la
oferta del complejo y de la propia ciudad. Al Puerto cabe exigirle, en algunas
cosas, una cualificación de sus prestaciones. Por ello, procede recomendar
-aunque no hagan caso, por supuesto- que lo ocurrido sirva de lección para años
venideros -el próximo, por cierto, va a coincidir con campaña electoral- cuando
habrá que estar mínimamente atentos para evitar que se produzcan de nuevo disfunciones o distorsiones que causen
perjuicios directos a los usuarios y pongan en solfa las infraestructuras y la
oferta de ocio de de un municipio al que queda mucha tarea por delante si
quiere seguir siendo competitivo y captando las preferencias de la gente. Esos
cambios de fechas para que el Lago luzca con sus mejores galas no son la mejor
prueba, desde luego.
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