Evaristo Fuentes
Melián
En la
película ‘La vida por delante’ (Fernando Fernán Gómez y Analía Gadé, 1956) hay
críticas para las viviendas colectivas con dimensiones mínimas casi irrisorias
por no decir inhabitables. En una
secuencia jocosa a más no poder, el vecino de la vivienda de enfrente, sentado
en su salita comedor, a escasos tres metros de distancia al otro lado del patio
de vecindad, se pone a intervenir sin nadie pedírselo en la conversación de
Fernando y Analía, como si fuera un familiar más dentro de la vivienda de
éstos. En otro plano, en el vestíbulo de
un ascensor, se ve un letrero: “Sí funciona” (afirmativo), que evidencia con
gracejo y algo de mala uva, que los ascensores se averiaban con mucha
frecuencia. Por otro lado, el protagonista mientras no termine la carrera solo
será despectivamente “un chico del SEU”, que era el Sindicato Español Universitario
de obligatoria filiación. En el tema de
la palabrería política había censura: a los exiliados políticos los llamaban
“evacuados políticos”, imposición de carácter semántico y eufemístico, con tal
de no decir “exiliados”. Vaya usted a saber el motivo ahora tantas décadas
después.
Se puso de
moda en la Península por entonces el biscúter, un cochecito utilitario tan
pequeño y tan bajito, que corría este chiste: para avisar un cambio en tu
dirección, tenías que tener cuidado al extender el brazo, pues tu mano podía
tropezar con una caca de perro que pudiera haber en la acera más cercana…
¡jope!
Para el
mundo del lujo recreativo, de un Madrid que aún en el año 56 se estaba
reponiendo de la posguerra, estaba de moda, en exclusiva para ricachones
residentes y visitantes de postín, una célebre sala de fiestas, el cabaret
Pasapoga.
En
conclusión: lamentablemente, con la película ‘La vida por delante’, uno comprueba “con lágrimas en los
ojos”—frase que usaba en el antetítulo de sus artículos un colaborador habitual de la revista de humor La Codorniz--
que determinadas deficiencias y
carencias del sistema y la vida cotidiana, pasado más de medio siglo, están
todavía vigentes.
Espectador
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