José Sebastián
Esta es una
pregunta que me resulta cada vez más preocupante. Me refiero a la concepción
clásica de cultura; a la idea de cultura que engloba al mundo del pensamiento,
a los conocimientos filosóficos, literarios y artísticos. Y me inquieta porque
no es fácil la respuesta.
A partir de
los próximos cursos académicos la asignatura Filosofía desaparecerá de 2º de bachillerato
y se enterrará en el siniestro baúl donde le precedieron Pintura, Retórica,
historia Literatura y pronto Música, materias que despiertan en el hombre los
sueños, la virtud y la sabiduría. Y con ellas las preguntas que la humanidad se
ha formulado más de una vez a lo largo de su historia: ¿Por qué practicar el
bien; qué es la belleza; de dónde procedemos…..?
La progresiva
disminución de asignaturas de humanidades en la educación primaria y
secundaria, que hoy ya contagia a la universidad, es un flaco favor a la
cultura. En la última reforma de la ley de Educación en España, Historia de la
Filosofía pasa a ser optativa y las horas de literatura disminuyen. Sólo con
este mero hecho, a los estudiantes, y a los ciudadanos en general, se les
transmite la idea de que estas materias no son importantes porque no sirven
para abrirse paso en el competitivo mercado de trabajo, dentro de una sociedad
tecno-capitalista.
La
universidad pasó, alrededor de los años 70, de ser un centro de aprendizaje de
las clases altas y medias, a incluir entre su alumnado a hijos de las clases
trabajadoras que nunca hasta entonces habíamos podido acceder a ella: en
principio, por lo menos, la cultura se ha ido extendiendo. Pero existe la
paradoja, con la sensación de que mucha gente no dispone, o no quiere invertir
su tiempo para leer libros de literatura o de pensamiento, y ni siquiera tiene
afición a leer. Si entras en una librería compruebas al instante que la oferta
de libros es impresionante; yo diría mejor que nunca, y sin embargo muy pocos
se detienen a hojearlos si quiera. Es posible que la paulatina desaparición de
las humanidades sea una consecuencia directa del poco hábito lector de la
población, o tal vez sea por la preeminencia de las materias técnicas. No
sé…Pero de lo que estoy seguro es de que cuando éstas son despojadas de
aquéllas, comportan una alienación en las personas, casi insalvable. Está bien
la invención y empleo de las máquinas por el hombre, pero lo que ya no lo es
tanto es que el hombre se esté convirtiendo, paulatinamente, en una de ellas.
La filosofía,
como digo, ha sido relegada a un segundo plano y eliminada prácticamente del
currículo en el bachillerato y si se trata de estudiantes que son derivados a
formación profesional, nunca habrán visto ni oído hablar de esta materia. Esto
es, a mi juicio, un craso error, toda vez que se ignora que son ciencias que
procuran la comprensión del mundo y desarrollan la sensibilidad y la evolución
humanas.
Hoy, con la
última reforma de nuestros avispados políticos, la cultura clásica desaparece
prácticamente y el latín y el griego quedan como materias residuales. Pareciera
ser que estos “padres de la patria” desconocen la raíz de nuestra cultura y se
olvidan de que cuando se aprende algo, ese algo acaba formando parte de
nosotros mismos. Si no se piensa, si no se relaciona con un conocimiento
previo, si no se reflexiona, ¿cómo se podrá valorar una especulación
filosófica, una escultura, una obra musical, una obra literaria, una pintura…?
Este hecho no
es nuevo. A principios de los años ochenta ya había desaparecido la asignatura
sobre literatura universal y sólo permanecieron literatura española y, en su
caso, de la comunidad autónoma con lengua distinta al castellano. En
definitiva, la literatura considerada como simple lenguaje y no como hecho
cultural sustantivo, es algo que lamentablemente, cada vez más, va enraizándose
en la población.
Goethe,
Voltaire, Dostoievsky, Shakespeare, Cervantes, Stendhal, Baudelaire, Mann,
Kafka, Proust, Faulkner, Camus y tantos otros, son por lo visto prescindibles
para el bagaje cultural de los ciudadanos. Hoy los menores de cincuenta años no
saben ni siquiera en qué época situarlos.
Esto va a
suceder ahora con la filosofía, y lo digo con especial sentimiento, ya que esa
ha sido mi asignatura, impartida durante muchos años de docencia. El núcleo del
pensamiento universal va a pasar a ser materia optativa. ¿Quiere decir esto que
desde Tales de Mileto, hasta Ortega y Gasset, pasando por Marx, Nietzsche,
kierkegaard, Shelling, Fichte, Hegel y tantos y tantos grandes pensadores de la
historia, van a ser materia optativa? ¿Se podría comprender lo que hoy nos está
pasando, y nos va a pasar, sin estudiar a aquellos que reflexionaron y dieron
forma inteligible a todo lo que ocurría en su tiempo y que ha sido
trascendental para la evolución humana? ¿Pueden entenderse cabalmente las
cuestiones de método en cualquier ciencia; es más, pueden entenderse los
fundamentos de la cultura occidental, sin estudiar el decisivo paso que dieron,
por ejemplo, los filósofos presocráticos? ¿Podrán muchos de los estudiantes de
ahora y más los que están por llegar, acceder a estos hitos del pensamiento, o
recurrir a ellos en cualquier momento de su desarrollo cultural, si no sabrán
ni siquiera en qué época han vivido?
Están bien la
informática, el inglés, etc. y otras asignaturas instrumentales que hoy son
punteras en los currículos, pero jamás en detrimento del estudio de aquello
que, probablemente, no sirva como medio para ganarse y triunfar en la vida,
pero que es sustancial para vivirla de manera racional. Quizás el mercado
solucione mejor que nada la producción y posesión de bienes de consumo, pero
como dijo Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, en 1990, “No es una
respuesta a las necesidades más profundas del hombre. En nuestros espíritus y
en nuestros corazones hay un hueco; una sed tal, que no pueden satisfacerla ni
la sociedad capitalista, ni la técnica.”
Marta C.
Nussbaum, profesora de filosofía en la Universidad de Chicago y reconocida
universalmente, dice en su libro “Sin ánimo de lucro” que “La sociedad necesita
de las humanidades para ser auténtica, porque ellas facilitan el pensamiento
crítico, propio de ciudadanos responsables. La formación en humanidades y el
estudio de los clásicos es ilustración y ayuda para la emancipación, la
libertad y la responsabilidad social”.
En los
últimos veinte años ha habido en España cinco leyes educativas. Cada ministro
de Educación ha querido dejar su impronta en el Sistema, cambiando la ley y
aplicando sus propias ideas políticas. Y yo me pregunto: ¿Por qué no se redacta
una ley que tenga voluntad de permanencia con independencia del color político
de los gobiernos de turno; una ley que propicie una educación reflexiva y
crítica y dejar de fomentar una sociedad cada vez más alienada, o de idiotas,
como reza el término latino, para las personas ignorantes, brutas o sin
educación? ¿Por qué no se las forma en determinados valores culturales para que
en el futuro sean seres con pensamiento y juicio críticos?
Todos estamos
más o menos de acuerdo en que si se quiere mejorar la sociedad, se debe empezar
por la educación. Pero… ¿dónde quedan las humanidades, dentro de esa formación
educativa global para los ciudadanos de hoy y de mañana?
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