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sábado, 27 de febrero de 2016

¿DÓNDE QUEDAN LAS HUMANIDADES?


José Sebastián

Esta es una pregunta que me resulta cada vez más preocupante. Me refiero a la concepción clásica de cultura; a la idea de cultura que engloba al mundo del pensamiento, a los conocimientos filosóficos, literarios y artísticos. Y me inquieta porque no es fácil la respuesta.

A partir de los próximos cursos académicos la asignatura Filosofía desaparecerá de 2º de bachillerato y se enterrará en el siniestro baúl donde le precedieron Pintura, Retórica, historia Literatura y pronto Música, materias que despiertan en el hombre los sueños, la virtud y la sabiduría. Y con ellas las preguntas que la humanidad se ha formulado más de una vez a lo largo de su historia: ¿Por qué practicar el bien; qué es la belleza; de dónde procedemos…..?

La progresiva disminución de asignaturas de humanidades en la educación primaria y secundaria, que hoy ya contagia a la universidad, es un flaco favor a la cultura. En la última reforma de la ley de Educación en España, Historia de la Filosofía pasa a ser optativa y las horas de literatura disminuyen. Sólo con este mero hecho, a los estudiantes, y a los ciudadanos en general, se les transmite la idea de que estas materias no son importantes porque no sirven para abrirse paso en el competitivo mercado de trabajo, dentro de una sociedad tecno-capitalista.

La universidad pasó, alrededor de los años 70, de ser un centro de aprendizaje de las clases altas y medias, a incluir entre su alumnado a hijos de las clases trabajadoras que nunca hasta entonces habíamos podido acceder a ella: en principio, por lo menos, la cultura se ha ido extendiendo. Pero existe la paradoja, con la sensación de que mucha gente no dispone, o no quiere invertir su tiempo para leer libros de literatura o de pensamiento, y ni siquiera tiene afición a leer. Si entras en una librería compruebas al instante que la oferta de libros es impresionante; yo diría mejor que nunca, y sin embargo muy pocos se detienen a hojearlos si quiera. Es posible que la paulatina desaparición de las humanidades sea una consecuencia directa del poco hábito lector de la población, o tal vez sea por la preeminencia de las materias técnicas. No sé…Pero de lo que estoy seguro es de que cuando éstas son despojadas de aquéllas, comportan una alienación en las personas, casi insalvable. Está bien la invención y empleo de las máquinas por el hombre, pero lo que ya no lo es tanto es que el hombre se esté convirtiendo, paulatinamente, en una de ellas.

La filosofía, como digo, ha sido relegada a un segundo plano y eliminada prácticamente del currículo en el bachillerato y si se trata de estudiantes que son derivados a formación profesional, nunca habrán visto ni oído hablar de esta materia. Esto es, a mi juicio, un craso error, toda vez que se ignora que son ciencias que procuran la comprensión del mundo y desarrollan la sensibilidad y la evolución humanas.

Hoy, con la última reforma de nuestros avispados políticos, la cultura clásica desaparece prácticamente y el latín y el griego quedan como materias residuales. Pareciera ser que estos “padres de la patria” desconocen la raíz de nuestra cultura y se olvidan de que cuando se aprende algo, ese algo acaba formando parte de nosotros mismos. Si no se piensa, si no se relaciona con un conocimiento previo, si no se reflexiona, ¿cómo se podrá valorar una especulación filosófica, una escultura, una obra musical, una obra literaria, una pintura…?

Este hecho no es nuevo. A principios de los años ochenta ya había desaparecido la asignatura sobre literatura universal y sólo permanecieron literatura española y, en su caso, de la comunidad autónoma con lengua distinta al castellano. En definitiva, la literatura considerada como simple lenguaje y no como hecho cultural sustantivo, es algo que lamentablemente, cada vez más, va enraizándose en la población.

Goethe, Voltaire, Dostoievsky, Shakespeare, Cervantes, Stendhal, Baudelaire, Mann, Kafka, Proust, Faulkner, Camus y tantos otros, son por lo visto prescindibles para el bagaje cultural de los ciudadanos. Hoy los menores de cincuenta años no saben ni siquiera en qué época situarlos.

Esto va a suceder ahora con la filosofía, y lo digo con especial sentimiento, ya que esa ha sido mi asignatura, impartida durante muchos años de docencia. El núcleo del pensamiento universal va a pasar a ser materia optativa. ¿Quiere decir esto que desde Tales de Mileto, hasta Ortega y Gasset, pasando por Marx, Nietzsche, kierkegaard, Shelling, Fichte, Hegel y tantos y tantos grandes pensadores de la historia, van a ser materia optativa? ¿Se podría comprender lo que hoy nos está pasando, y nos va a pasar, sin estudiar a aquellos que reflexionaron y dieron forma inteligible a todo lo que ocurría en su tiempo y que ha sido trascendental para la evolución humana? ¿Pueden entenderse cabalmente las cuestiones de método en cualquier ciencia; es más, pueden entenderse los fundamentos de la cultura occidental, sin estudiar el decisivo paso que dieron, por ejemplo, los filósofos presocráticos? ¿Podrán muchos de los estudiantes de ahora y más los que están por llegar, acceder a estos hitos del pensamiento, o recurrir a ellos en cualquier momento de su desarrollo cultural, si no sabrán ni siquiera en qué época han vivido?

Están bien la informática, el inglés, etc. y otras asignaturas instrumentales que hoy son punteras en los currículos, pero jamás en detrimento del estudio de aquello que, probablemente, no sirva como medio para ganarse y triunfar en la vida, pero que es sustancial para vivirla de manera racional. Quizás el mercado solucione mejor que nada la producción y posesión de bienes de consumo, pero como dijo Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, en 1990, “No es una respuesta a las necesidades más profundas del hombre. En nuestros espíritus y en nuestros corazones hay un hueco; una sed tal, que no pueden satisfacerla ni la sociedad capitalista, ni la técnica.”

Marta C. Nussbaum, profesora de filosofía en la Universidad de Chicago y reconocida universalmente, dice en su libro “Sin ánimo de lucro” que “La sociedad necesita de las humanidades para ser auténtica, porque ellas facilitan el pensamiento crítico, propio de ciudadanos responsables. La formación en humanidades y el estudio de los clásicos es ilustración y ayuda para la emancipación, la libertad y la responsabilidad social”.

En los últimos veinte años ha habido en España cinco leyes educativas. Cada ministro de Educación ha querido dejar su impronta en el Sistema, cambiando la ley y aplicando sus propias ideas políticas. Y yo me pregunto: ¿Por qué no se redacta una ley que tenga voluntad de permanencia con independencia del color político de los gobiernos de turno; una ley que propicie una educación reflexiva y crítica y dejar de fomentar una sociedad cada vez más alienada, o de idiotas, como reza el término latino, para las personas ignorantes, brutas o sin educación? ¿Por qué no se las forma en determinados valores culturales para que en el futuro sean seres con pensamiento y juicio críticos?


Todos estamos más o menos de acuerdo en que si se quiere mejorar la sociedad, se debe empezar por la educación. Pero… ¿dónde quedan las humanidades, dentro de esa formación educativa global para los ciudadanos de hoy y de mañana?

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