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sábado, 6 de febrero de 2016

VIAJES EN GRUPO


Evaristo Fuentes Melián

La TVE está reponiendo por LA2 cada noche películas españolas antiguas. Hace poco dieron ‘La vida por delante’, dirigida e interpretada, en el año 1956, por un siempre actorazo Fernando Fernán Gómez, con una guapísima Analía Gadé. Examinada la película golpe a golpe vemos que donde la santa censura ponía más control y énfasis era en el tema del erotismo y el sexo. Los besos y los arrumacos que se dan estos dos pipiolos que pronto se unirán en matrimonio, son besos diríase que santos, pulcros, no hay restriegos, no hay lametones…Y a veces uno bendice el que haya algo de censura para evitar el cachondeo y la basteza, la mala uva y la ordinariez en que se ha convertido un buen porcentaje del cine de pantalla grande y las series televisivas que hoy se fabrican en España. De pena.

En ‘La vida por delante’ cabe destacar la crítica intrínseca que uno observa a lo largo del desarrollo de la trama; por ejemplo, los viajes en grupo de vacaciones, en autobús o autocar. En este caso, vemos que nuestra pareja de recién casados se montan en un desvencijado autobús y van desde Madrid hacia la Costa Brava, que era entonces el sueño de todo españolito del interior en su viaje-- que le llaman—de luna de miel. El autobús no llega por avería a la Costa Brava, y al distribuir a los viajeros en habitaciones improvisadas de un hotel en ruta, casi meten a una tercera persona en el mismo dormitorio que el matrimonio en su presunta luna de miel… Al regreso a Madrid, el autobús viene dando fogonazos y brincos cual caballo salvaje y desbocado del típico rodeo americano, y llega con retraso de varias horas. Los presuntos felices ‘lunamielistas’ y el resto de pasajeros salen del autobús molidos, con un andar titubeante, como si les hubieran dado una paliza. En fin: La crítica no puede ser más evidente contra los viajes en grupo mal organizados.

Hay una película (Made in USA, 1969) titulada ‘Si hoy es martes, esto es Bélgica’, en la que un grupo de estadounidenses recorren siete países europeos tan rápidamente que pierden la noción de tiempo y lugar, y no saben en qué país se encuentran cada día.

Por su parte, nuestro genial inolvidable Miguel Gila critica también estos viajes en sus monólogos por teléfono: “No sé para que fuimos a Grecia, ¡si estaba todo roto ¡”.  O cuando comenta que una señora pasajera quiere ir al WC, pero el guía le responde: “¡Ahora, eso es imposible, señora!; ir al WC está previsto en Austria ¡y aún estamos en Holanda!”.

No hace falta decir que este problema de los viajes precipitados en grupo está en plena vigencia actualmente, año 2016. Hace poco me ofrecieron uno, pero vuelas por la mañana Tenerife-Madrid, y nada más llegar hay un tentempié y ¡hala!, esa misma tarde está programado saborear las maravillas del vino típico famoso del pueblo de Chinchón, a casi un centenar de kilómetros de Barajas. ¡Uf!


ESPECTADOR

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