Salvador
García Llanos
Del diálogo que duró cuatro años
entre Eduardo Díaz y Agustín Perera
-cuya firma es Ugade- cuajó Formas y contenido, el título de una
muy sugerente y llamativa exposición inaugurada anoche en el Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias. Dividida en tres partes (obra digital, pinturas y
grabados), la concepción parece sencilla: estamos dominados por las formas y
toda forma tiene contenidos; no hay formas vacías pero sí puede haber
contenidos vacíos.
A partir de ahí, Ugade construye -con
humildad confesada- su universo plástico, ese que brota para unir tierras o
paisajes distintos y distantes. En los grabados centra las formas, aunque
algunas veces aparezcan desdibujadas. Y en la creación digital quiso representar
el viaje interno y externo, el viaje físico y psíquico, es decir, el tránsito
por la vida.
En los veintiséis cuadros se advierte
el esmero con que se tomaron el diálogo hasta concluir en unos resultados muy
estimables. En esa vía digital, por ejemplo, una parte del viaje físico, a un
país concreto, Irán, hay una conjunción de características entre la fotografía
y el dibujo que, sometida a un proceso de fusión con muchos elementos en
programas informáticos, da como fruto una realidad novedosa, pletórica de
matices cromáticos.
La pintura es matérica, con arenas y
pigmentos, hasta identificarla con el paisaje más subyugante. Eduardo viene de
Asturias y lo reconoce ahí: es como pasar de la “no-luz” (si se permite la
expresión) a la luz plena. El diálogo, entonces, se vuelve sutil, impregnado de
barnices que exaltan los valores étnicos y hasta los orígenes de los pueblos y
de la vida misma. Las dos tierras son las dos abstracciones de la realidad; y
el diálogo, el hilo conductor de una movilidad en el espacio y en el tiempo.
Genoveva Perera trazó, en su texto de
presentación, la percepción visual de Formas y contenido. Habló de un
ejercicio continuado para visualizar expresiones plásticas. La colección, en
su propio desarrollo, es un acercamiento
a realidades estéticas genuinas, con tres idiomas, con tres estilismos. “No
debe existir la acomodación ni la monotonía”, vino a decir para explicar la
idea de que la plástica es un medio más para comunicarse.
Ugade experimentó con solvencia,
desde la curiosidad y el análisis. Construyó, en libertad, un mundo fascinado
por el naturalismo isleño entremezclado con paisajes cuya impresión
digital revelan la personalidad de
quienes han querido que su diálogo de cuatro años, entre brumas de dos nortes,
los suyos propios, resultara provechoso.
A fe que lo han conseguido. Y con
nota.
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