Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

sábado, 13 de febrero de 2016

AMIGO MÍO…


Isidro Pérez Brito

Hace unos meses un oyente me recomendaba el no abusar en mis alocuciones radiofónicas de la palabra amigo. Me decía que ese estilo está muy manido, que muchos presentadores ya lo han quemado, haciendo que el verdadero significado de la palabra pierda perspectiva y se convierta en un valor más atropellado por el pesado o falso reconocimiento de los valores y virtudes que cada individuo atesora en su fuero interno.

Si les soy sincero, resultaría para mi muy difícil el apartarme de ese símil sentimental que como muletilla se nos aloja en nuestra mente y forma de ser, porque este que les habla no comprende cómo se pueden utilizar otras expresiones más cordiales como tío, colega, mamón hijoputa o cabrón, algunas de las cuales basta salir a la hora del recreo de los institutos y las escuchas a cada momento, poniendo algo de familiaridad a la conversación, ya cargada muchas veces de otros improperios  y demás palabrotas.

Según yo creo se puede utilizar esta palabra, extendida por todo el planeta, en diferentes culturas, etnias, razas y países, simple y llanamente como trato cordial y de buenas maneras a la hora de trabar conversación, preguntar una dirección o cualquier otra información. De hecho cabe destacar cómo en zonas turísticas como las Islas Canarias eso debería incluso estudiarse y prodigarse en las escuelas, porque ellos no sólo viajan por nuestro clima, siempre primaveral, nuestra rica y variada naturaleza, sino por el carácter y la hospitalidad de los isleños. Y eso, queridos amigos, lo hemos ido perdiendo. Ya molestan los guiris con sus preguntas, con sus coches de alquiler, con su forma de comprar, ya si es peninsular tiene que ser un godo malvado o de mierda. No le pasamos nada a nadie y comentamos a viva voz que yo, tengo muchos conocidos, pero amigos pocos.

He ahí donde el discurso pierde consistencia, porque en realidad ese concepto optimista de lo que vendrá en el futuro, habitual mayoritariamente en el ser humano, te hace mejor persona, te relaciona con tu entorno en general, donde esa palabra Amigo o Amiga es el salvoconducto, el pasaporte hacia un estadio de cordialidad donde cualquier gestión o actividad se ve doblemente recompensada con el uso gentil del sustantivo en cuestión, como queriéndole decir a la persona o personas a las que te diriges con la palabra, aquí estoy, y vengo en son de paz, brindándote mi respeto y cordialidad antes que nada.

Otra cosa es el significado más profundo e íntimo del concepto de amigo o amiga, como símil de fraternidad, de complicidad, de experiencias compartidas a lo largo de tu vida, siendo ellos y ellas referentes de proyectos comunes, de relaciones familiares, porque ya forman parte de tu ADN, de la sique o el corazón humano. Por eso, permítanme la libertad de seguir saludando y hablando con las personas, empleando para ello la palabra Amigo, poniendo de antemano en la balanza, incluso sin conocer al individuo, la capacidad pacífica, innata a pesar de todo lo malo que también almacenamos los seres humanos.

Son recuerdos de viejos amigos, de correrías de infancia por los barrancos, los brezos del monte, las calas de la costa, con sus pescas animadas, con aquellos bocadillos de sardinas con cebolla y tomate que tanto le gustaban a José Antonio, con la ensalada en el viejito de San Juan de la Rambla, con las acaloradas discusiones en interminables debates hasta altas horas de la madrugada en la plaza Viera y Clavijo…


Una anécdota: recuerdo por último como un día, escribiendo un relato corto para la radio me di cuenta de un detalle, cuanto menos curioso, establecer un trato de amistad con alguien, tiene una expresión en la lengua española muy viva, hacer migas, y las migas son del pan, de esas que cuando no teníamos con qué borrar el lápiz las cogíamos. Y ya saben ustedes lo del pan nuestro de cada día… que no nos falta tampoco ese otro alimento del corazón que es la amistad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario