Teresa
González
Gota a
gota las palabras
incesantes
caían
sobre sus
pies desnudos,
enraizados
en el fango
que poco a
poco se quebraba,
reaccionando
la vida en la palmera
de pupila
insensitiva
En su
espejo se leía
un paraíso
mutilado,
al fondo
una chispa en agonía
riñendo
con la sombra,
aún
abrazándose a la luz…
No cesaban
las miradas
que al
verdugo desafiaban…,
tiritando
aquella vena
inconsciente
amedrentada
…Pero un
día
sacudió su
melena,
desenterró
sus plantas,
y se
encaminó al abrazo de la vida
Sus
huellas predecibles
su
horizonte coreaban,
limpio de
secretos y ardides,
y sin
demora,
se lanzó
agitando como nunca
sus
correajes definidos,
dueña y
señora de su propia libertad…
Nunca más
sus ojos miraron
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