Carlos Felipe
Martell
Decían los
viejos de antes que no se podía mezclar la leche con la fruta porque eran
incompatibles. Pero vamos por partes. Vamos a hablar de Estadística y de
Pactos. El baile de acuerdos es más un tema estadístico que un puzle de
aritmética política. Empecemos por unas breves nociones muy básicas de
Estadística.
Hay una frase
maldita que trata de desacreditar a esta disciplina: “La Estadística dice que
si tú te comes dos manzanas y yo ninguna, nos hemos comido una manzana cada
uno”. La puñetera y reduccionista frase pretende simplificar e identificar toda
la Estadística con la media aritmética. Efectivamente, la media de “cero” y
“dos” es “uno”. Pero una media no significa nada si no va acompañada de otra
medida que demuestre la existencia de poca dispersión, de poca varianza, de
poco distanciamiento entre los datos. Pondré otro ejemplo más intuitivo. Si en
una clase de dos alumnos, en un examen, uno de ellos saca un “cero” y el otro
un “diez”, la nota media de ambos es “cinco”. Pero si en la clase de enfrente
también hay dos alumnos, y ambos sacan un “cinco”, la nota media de ambos
también es “cinco”. Ahora bien, este último “cinco” es una nota media muy
representativa de sus calificaciones. En la primera clase, sin embargo, la
media “cinco” no representa para nada las notas reales (cero y diez). Es lo
mismo que lo de las manzanas.
Una vez
definida la base estadística, vamos a hablar de pactos; inmediatamente después
buscaremos la intersección entre ambas cosas. Si situáramos en una línea recta
a los diferentes partidos políticos, utilizando una escala numérica que
comienza en el “-5” (extrema izquierda) y termina en el “+5” (extrema derecha),
mi percepción (subjetiva, por supuesto) coloca a Izquierda Unida en el “-2”; a
Podemos en el “-1”; al PSOE en el “0”; al PP en el “+1”; y a Ciudadanos en el
“+2”… o incluso en el “+3”.
Entonces…
¿Qué demonios…? ¿Qué sentido estadístico tiene un pacto entre el “0” y el “+2”?
¡En medio de ambos está el “+1”! Las manzanas. Entre el “0” y el “+2” hay mucha
dispersión. La varianza es muy grande. Si siguiera gobernando en solitario el
“+1” (por cierto, el más votado) se reduciría esa dispersión. Incluso, si me
apuran, más lógico que el actual pacto sería un pacto entre el “0” y el “+1”.
Por supuesto, no voy a mencionar la posibilidad de mirar atrás, hacia los
números negativos. El PSOE actual, nuestro “0”, tiene aversión a los números
negativos. El PSOE actual se ha convertido en un recitador de tópicos y
letanías. Sus discursos suelen ser poéticos, petados de recursos anafóricos.
Cuando se vienen arriba y recitan, les salen versos como “Que nos explique
PODEMOS esto; Que nos explique PODEMOS lo otro; Que nos explique PODEMOS…”. No
se puede mirar a la izquierda. En la izquierda se encuentran los amenazantes
titiriteros con rastas, quienes entran en las iglesias vestidos de Reyes Magos
indigentes y atiborrados de gomina.
Pues bien, al
final, un pacto entre el “0” y el “+2” es un pacto contra natura. No se puede
mezclar la leche con la fruta. No puedes contentar a ricos y pobres
simultáneamente. Lógicamente, también puede ser que yo esté confundido en mi
percepción respecto a la distribución de los partidos a lo largo de la línea,
pues… En la tele he visto a dos líderes
que parecen clones. Dos individuos con cara de sillón. Con chaquetas similares,
corbatas similares y gestos calcados. Se abrochan el botón de la chaqueta a la
vez, se ajustan la corbata al mismo tiempo y con la misma sonrisa. ¡Como si
hubieran ensayado la dichosa puesta en escena! Lo que nunca nos quedará claro
es quién habrá sido el coreógrafo (quizá se trate de algún beneficiado por las
puertas giratorias) que ha propiciado este absurdo acercamiento, este postre
agridulce que nos quieren hacer tragar. Los dos líderes en cuestión también
muestran un choque entre lenguaje verbal y lenguaje gestual, una enorme
varianza entre lo que dicen y lo que sugieren. Sus gestos, sus rostros, sus
sonrisas, no son nada creíbles. Pero nada, nada, nada. De lo más artificial que
se ha visto en política. Es más creíble la sinceridad torpe de Mariano.
Mariano, aunque apolillado, parece más auténtico, todo un viajero en el tiempo.
No creo que esté aquí para tomarnos el pelo o engañarnos, sino para hacernos
reír. El presidente actual, de hecho, supo heredar, expandir y elevar a cotas
impensables el grotesco e histriónico humor absurdo del mítico “¡Viva
Honduras!” o del “Relaxing Cup” embotellado. Aunque pudiera parecer imposible,
Mariano los superó a todos y convirtió al PP en un partido festivo. Por eso le
vota tantísima gente.
Cuando no
tengamos ni vasos, ni platos, ni vecinos que elijan al alcalde, ni sentimentales
seres humanos declarados “non gratos” con triple nacionalidad, ¿qué ocio nos
quedará? ¿Con qué se entretendrá la raza española y de qué se mofarán los
atónitos ciudadanos extranjeros?
¿Cuál es la
alternativa actual? Si escuchas alguna de las espeluznantes declaraciones
derivadas del pacto, resulta extremadamente llamativo que el líder del partido
“+2” diga que el ochenta por ciento del acuerdo pactado coincide con su
programa político. ¿Es esto serio? ¿Ese es su concepto de democracia? ¿Que un
país se rija por los mandamientos del cuarto clasificado en las elecciones?
¡Sería terrorífico!
Cada vez
estoy más convencido. Si gobiernas solo o con los que estén muy cerca de ti, al
menos reduces la varianza.
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