Lorenzo Soriano
Una vez convenido que la corrupción es Institucional, ya
que solo los del "establecimiento", son los que pueden modificar
leyes, juzgar o cambiar calificaciones o adjudicaciones, quiero convencerles
con mí argumentaría que la gran "cobija" de la corrupción es el
perverso corporativismo nacional. Es el nido del problema, es "madre del
cordero" o piedra angular. El soporte más sólido de la corrupción, donde
se asienta más firmemente y se apoya inclemente, es en el corporativismo
político nefando. Me contaba hace unos días un cirujano famosísimo de un
importante hospital americano, lo que le sorprendía la cantidad de
"inspectores" sanitarios existentes en nuestra sanidad. Ellos allí se
bastan solos para controlarse ya que el corporativismo es prácticamente
inexistente. En España, país europeo donde la corrección política es la
"Ley" y conlleva dictadura con Gulag al que ose decir las cosas como
son y llamarlas por su nombre, el corporativismo alcanza límites inusitados. No
hay ni un funcionario de Hacienda procesado, y jueces no consigo ni recordar
ninguno encausado. ¿Es porque somos los más íntegros del mundo, o porque el
corporativismo es pestilente? Fíjense en la alcaldesa de Colonia, rendida
a la "corrección" hasta el punto de que las minifalderas se merecen
la violación, aseguraba. Y la policía Sueca y otras nórdicas donde se
esconde durante meses o años, que los violadores en masa son en su inmensa
mayoría emigrantes de una filiación en concreto, árabe, musulmana y
magrebí, por "miedo" a la opinión pública. Y que ni el periódico más
"progresista" si es que hay alguno que se pueda llamar de esa manera,
se atreva a publicar nada en contra de la Ola de la corrección. Como la ola
Obama, a la que oponerse era caer en el ostracismo más atroz. Que una
funcionaria, al parecer, crea que debe cubrir las obras de arte milenarias para
no ofender al Ayatolá de turno en visita a Roma, y tenga rango y poder para
hacerlo sin que, al parecer, lo pidieran ni los mismos Iraníes, es una muestra
de que en realidad nos merecemos sucumbir, confesar y entregarnos al
fundamentalismo. Y poniendo además, nuestros cuellos listos al degüello como
Napoleón dispusieron a los mamelucos frente a las pirámides
observantes. Todos saben en los diversos segmentos de los poderes
públicos quienes son cada uno y cada quien. Quien roba, se corrompe, se deja
sobornar o procura un canal de coimas y prebendas, es conocido por sus
compañeros, por sus adversarios y por todos los de la "pomada".
El pútrido corporativismo, hace que aun "enemigos
declarados" omitan el denunciarse o enfrentarse. Da verdadero asco del de
vomitera, que los que elegimos para que nos gobiernen, administren y defiendan,
primero, se protejan unos a otros, dejando a los pies de los caballos a las
voces críticas o que se atreven a enfrentarse a los que ellos ni siquiera se
plantean en afearles las conductas delictivas. Políticas que no solo perjudican
en lo que se llevan, sino en los "engordes" mil millonarios en los
presupuestos que se aprueban a los pagadores de las corruptelas.
A reflexionar.
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