EL PODER DE LA SONRISA
Antonio-Pedro Tejera Reyes
“La sonrisa es una fuerza vital,
la única capaz de
mover lo inconmovible”
Orison Sweet (1853)
Seguramente sin mucha experiencia en eso de los viajes,
un escritor en uno de sus recientes artículos periódicos en la prensa de
Canarias, se hace la pregunta siguiente: ¿Viajar está sobrevalorado?
“Según una de esas teorías de anticipación que tanto
circulan, los vecinos del mundo se extrañarán, dentro de 50 años, de todo lo
que hemos viajado. Internet, que es otra forma de viajar como en su día lo fue
la literatura de aventuras, hará que los desplazamientos sean cada vez menos.
En realidad viajamos demasiado por supuesto placer, la mayoría de las veces
como simples maletas. Pero no menos cierto es que uno empieza a darse cuenta de
ello cuando cree que ha viajado lo suficiente y que moverse constantemente de
un lugar a otro, además de resultar incómodo, está sobrevalorado.”
Quizás, es posible que en esto que expone sin reservas
este novel escritor, tenga algo de razón. Existen muchas personas que viajan
como maletas – sin enterarse de nada – lo cual tenemos comprobado miles de
veces sin alejarnos mucho del entorno en el cual hemos vivido muchos años. Nos
estamos refiriendo a la clase “política” que ha tenido la oportunidad de
recoger los mejores ejemplos del mundo de cómo aplicar métodos, programas y
acciones, y cuando regresa a su medio tiene la mente completamente en blanco.
Casi diríamos que es lo normal que ocurre.
“El viaje parte, además, de una predisposición del ánimo.
Así lo veían quienes se embarcaban en los grandes tours de los siglos pasados.
Horacio decía que los que atraviesan los mares cambian de cielo pero no de
espíritu. Madame de Staël, aquella escritora suiza "groupie" de los
filósofos franceses del siglo XVIII y de Napoleón Bonaparte, mantenía que
viajar es uno de los placeres más tristes de la vida y que cuando nos
encontramos a gusto en una ciudad extranjera es porque estamos empezando a
hacer de ella nuestra patria. "Pero atravesar países desconocidos, oír
hablar en lenguas que apenas comprendemos, ver rostros humanos que no guardan
relación con nuestro pasado ni con nuestro futuro son muestras de soledad y de
aislamiento carentes de paz y dignidad", escribió aquella baronesa que no
se imaginaba ningún otro lugar en el mundo donde pudiera encontrar todo lo que
en París tenía al alcance de la mano.” Continuaba este escritor en su pequeño
artículo, cuyo título era precisamente la pregunta que se hacía.
No cabe duda que se trata de un punto de reflexión en el
cual pueden confluir las más diversas opinio-nes. Lo que es indiscutible es el
espectacular avance del aumento de los viajeros por todo el mundo. La
influencia de la literatura de aventuras en el tema – como él señala – no pude
siquiera compararse con la que ejerce hoy Internet. No es una casualidad - y
para eso están los informes sociológicos – que todo ese entramado que nos
presentan las mas maravillosas imágenes de todo el mundo, sacudan e inciten al
viaje con una prodigiosa fuerza, haciendo nacer esa predisposición del ánimo
necesaria para impulsar nuestro deseo de viajar… de ver “in situ” aquello que
la pantalla nos está diciendo que existe, y que antes teníamos que imaginar
ante la lectura de esa literatura de aventuras, en la que prodigiosos escri-tores
intentaban narrarnos las excelencias de paisajes que solo podían hacerse
realidad en nuestra mente con los aditivos personales que les aportáramos. Era
lo que había.
En todo este panorama, las experiencias vividas nos han
enseñado que existe un valor añadido imposible de sustituir, como es el
contacto humano. Imposible comparar la lectura o la visión global - por muy
espectacular que sea - con el calor y la espontaneidad de una amable y sincera
sonrisa…
Eso lo hemos estudiado, investigado y comprendido, en
nuestras memorables jornadas en la Universi-dad para La Paz, allá, en los
confines de Costa Rica, Ciudad Colón, donde la paz del mundo la hemos visto
representada por el viajero que va de un país a otro con su presencia física,
repartiendo cordiali-dad con su sonrisa, trato amable, y respetuoso con los
valores intrínsicos de los lugares visitados. Esta es la realidad de la
valoración del turismo, de los viajes, del movimiento más importante de La
Huma-nidad en el presente siglo XXI.
En este moderno escenario mundial, la amistad que se
genera con este contacto humano, no puede tener nunca comparación con aquellas
otras nacidas a través de las ondas, las redes, o la literatura, cuna de miles
de tragedias, aunque, como es natural, existan las más hermosas excepciones
entre las cuales tenemos muy de cerca alguna de ellas. Hechos insólitos que dan
valor a la excepción de la regla.
Ese poder interminable del contacto humano generado por
los viajeros, produce un acercamiento amis-toso representado por la cordialidad
y la amabilidad que se genere entre los actores, lo cual está dentro de la
llamada cultura de paz, una asignatura pendiente que ya se está estudiando en
varias univer-sidades del mundo. Algo absolutamente necesario para conseguir la
paz mundial, como bien se entien-de cuando sabemos que dos amigos no se
declaran la guerra.
El poder de la sonrisa, cuando es amable y sincera, es el
portal que hace de los viajes algo imperece-dero y maravilloso, haciéndonos
renacer la ilusión de repetirlo, claro está, que hacía aquellos lugares donde
hemos sentido la satisfacción de conocer un mundo nuevo lleno de ilusiones,
bondad e infinita-mente feliz con nuestra presencia.
Hechos y realidades que el movimiento del turismo va
regando por el mundo acompañados de una sincera sonrisa.
*(Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del
Turismo. UNWTO)
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