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sábado, 9 de abril de 2016

RAJOY, SE TE VE EL PLUMERO


Odalys Padrón

Esta curiosa frase, se te ve el plumero, muy recurrente hoy en día, se utiliza para referirse a alguien que deja entrever claramente sus intenciones, ideas o pensamientos. Según relatan los filólogos existen dos posibles orígenes de esta expresión. Uno, más reciente, que lo sitúa en el uniforme de la antigua Milicia Nacional cuyos integrantes cubrían sus cabezas con un gorro militar coronado por un llamativo penacho de plumas, lo que hacía que se les divisara de lejos, incluso entre la multitud. La Milicia Nacional fue un cuerpo de voluntarios, instituido en las Cortes de Cádiz en 1812, de los progresistas en su lucha contra el absolutismo. Evidentemente hablar en una misma frase de progresismo y de Rajoy puede ser considerado como una perversión del lenguaje, hasta, si me apuran, de una violación. Ser progresista, de manera escueta, en mi opinión, implica trabajar para que todos los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades y para que sus derechos individuales y colectivos sean respetados. Ergo, Rajoy y progresía son palabras antagónicas.

El otro origen se remonta a la Grecia antigua, al siglo VI a.C., a una fábula de Esopo “la corneja y los pájaros”. Relata como Júpiter, padre de los dioses, convocó a todas las aves para elegir a la más bella. La corneja, consciente de su fealdad, mientras los pájaros arreglaban su plumaje, se prendió al cuello las plumas desprendidas por el resto de pájaros. Ante Júpiter, cuando iba a ser elegida, las aves le fueron quitando las plumas que le pertenecían y “se le vió el plumero”. Esta acepción es la que da nombre al artículo.

Rajoy, tras su batacazo electoral y el rechazo de otras fuerzas políticas a negociar con el “dictador” que nos ha hecho retroceder en derechos y libertades, ha optado por trabajar en la consecución de nuevas elecciones y huye de la idea de una nueva ronda de consulta, dado que no ha logrado ni logrará los apoyos. Si discurso, el mismo que dio el día después de los comicios, no ha cambiado. Así lo recogió un micrófono, que Rajoy desconocía que estaba grabando, en una charla que mantuvo, en Bruselas, con el primer ministro británico, David Cameron. Entre risas le desveló que seguramente tendríamos nuevas elecciones el 26 de junio, mientras, en España, con semblante serio, negaba que quisiera ir a otras elecciones porque sería “la peor de las opciones para los españoles”.

Uno de los primeros actos de campaña, encubierto, ha sido asegurar que la oferta de empleo público se ha de aprobar “de manera inminente” e iniciar los trámites por parte de los habilitados, funcionarios encargados de elaborar las nóminas, para poder efectuar la devolución de lo que resta de la paga extra, eliminada en 2012, a los funcionarios. El 50% pendiente está incluido en los Presupuestos de 2016 que entraron en vigor el 1 de enero, Curiosamente no ha habido “disponibilidad presupuestaria” pero la habrá justo antes de una posibles elecciones. Estas atribuciones afectan a más de 212.000 empleados públicos.

Medidas, claramente electoralistas, a las que nos tiene acostumbrado el Gobierno de Rajoy que ocultó, durante la campaña electoral, que incumpliría el déficit. Un documento que salió a la luz pública, tras las elecciones, desveló que mientras, en España, en plena campaña electoral, Rajoy repetía “España no va a incumplir el déficit”, en Bruselas reconocían a la Comisión Europea que “España no cumpliría y el déficit llegaría al 4,4%”.


O como ante las duras críticas recibidas por la ciudadanía, en el pacto sobre los refugiados, que serán deportados a Turquía, Rajoy decide, comparecer de forma “excepcional” ante el Congreso para dar explicaciones. Durante semanas hemos oído al Gobierno justificarse argumentando que el Congreso actual no fue el que le otorgó la confianza para gobernar. Rajoy pretende justificar lo injustificable. Mientras Canadá, en apenas tres meses, ha reubicado 25.000 refugiados, tal como prometió su primer ministro, Justin Trudeau, en campaña electoral. Lo que demuestra que hay políticos que cumplen sus promesas electorales. Otros, como Rajoy, “engañan a la gente” tal como reconoció, el presidente en funciones, en el Congreso de los Diputados, durante el debate de investidura.

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