Juan Antonio Gómez
Se ha descubierto que las emociones negativas, como la ira, la ansiedad o
la depresión, y también el estrés, debilitan la eficacia de ciertas células
inmunológicas.
Estudios confirman que las emociones perturbadoras son malas para la salud.
Se descubrió que las personas que experimentan ansiedad crónica, prolongados
períodos de tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad, cinismo o
suspicacias implacables, tenían el doble de riesgo de contraer una enfermedad,
incluidas asma, artritis, dolores de cabeza, úlceras pépticas y problemas
cardíacos. Esta magnitud hace que las emociones perturbadoras sean un factor de
riesgo tan dañino como lo son, por ejemplo, el hábito de fumar o el colesterol
elevado para los problemas cardíacos, es decir, una importante amenaza a la
salud (Goleman, 1996).
Lo anterior no indica, en modo alguno, que todos aquellos que tengan estos
sentimientos serán más vulnerables a una enfermedad.
INFLUENCIA DE LA IRA EN LA SALUD…
La ira es una emoción negativa que influye en la salud, fundamentalmente
generando problemas en el corazón.
Estudios realizados en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Stanford han descubierto el impacto que la ira tiene en la función cardíaca: en
pacientes que habían sufrido al menos un ataque cardíaco, cuando se sentían
furiosos e incluso cuando recordaban esos episodios, se producía una
disminución de la eficacia de bombeo de su corazón, la cual no se observó con
otros sentimientos perturbadores como la ansiedad. (Goleman, 1996).
Por supuesto que nadie está diciendo que la ira por sí sola provoque una
enfermedad coronaria, ésta es sólo uno de varios factores interactivos. Como
los doctores explican, aún no se puede decir si la ira y la hostilidad juegan
un papel causal en el desarrollo temprano de la enfermedad coronaria, o si esta
intensifica el problema una vez que la enfermedad ha comenzado, o si ocurren
ambas cosas. Pero tomemos el caso de una persona que se enfurece repetidas
veces. Cada episodio de ira añade una tensión adicional al corazón aumentando
su ritmo cardíaco y su presión sanguínea. Cuando esto se repite una y otra vez,
puede causar un daño, sobre todo debido a que la turbulencia con que la sangre fluye
a través de la arteria coronaria con cada latido puede provocar micro
desgarramientos en los vasos, donde se desarrolla la placa. Por eso, si su
ritmo cardíaco es más rápido y su presión sanguínea más elevada porque está
furioso habitualmente, tendrá mayor probabilidad de producir una enfermedad
coronaria (Goleman, 1996).
ENFERMEDAD CORONARIA se refiere a una serie de males que se presentan
cuando una o más de las arterias coronarias se bloquean de manera parcial o
total a causa de los depósitos que se acumulan en las paredes arteriales. Las
arterias coronarias engrosadas se hacen rígidas y estrechas y pueden
interrumpir el suministro de sangre al corazón de modo temporal o permanente
(Davidoff, 1989).
Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard pidió a
pacientes que habían sufrido un ataque cardíaco que describieran su estado
emocional en las horas anteriores al mismo: estaban furiosos. Sin embargo esto
no significa que se debería suprimir la ira cuando esta es adecuada, ya que
existen pruebas de que suprimir tales sentimientos aumenta la agitación del
cuerpo y la presión sanguínea. El hecho de que se exprese la ira o no es menos
importante que el hecho de saber si la ira es crónica o no. Una muestra de
hostilidad ocasional no es peligrosa para la salud, el problema surge cuando la
hostilidad se vuelve tan constante que define la personalidad. Las personas con
personalidad Tipo A aparentan ser agresivas y hostiles, hablan fuerte, rápido y
en forma explosiva; muestran un sistema nervioso autónomo muy sensible,
reaccionan de modo excesivo ante la tensión. Esta reactividad exagerada conduce
a un ritmo cardíaco rápido, sensación de urgencia, impaciencia y hostilidad.
Las prisas, las competencias y cosas parecidas aumentan la tensión acelerando
la excitación simpática y contribuyendo más a la posibilidad de problemas
coronarios (Davidoff, 1989).
El complejo ira-hostilidad se considera el aspecto psicológico que permite
entender la influencia de los procesos emocionales en los trastornos
cardiovasculares. Este complejo no es unitario, sino que está configurado por
distintas variables psicológicas, las que en los hombres pueden variar con
respecto a las mujeres (Breva y Palmero, 1998).
LA INFLUENCIA DE LA ANSIEDAD EN LA SALUD…
La ansiedad es una emoción negativa, una perturbación provocada por las
presiones de la vida diaria. Es la emoción con mayor peso como prueba
científica al relacionarla con el inicio de la enfermedad y el curso de la recuperación.
Como todas las emociones, la ansiedad, tiene utilidad adaptativa: nos ayuda
a prepararnos para enfrentarnos a algún peligro. Pero en la vida moderna, es
más frecuente que sea desproporcionada y fuera de lugar; la perturbación se
produce ante las situaciones con las que debemos vivir o que son evocadas por
la mente, no por peligros reales que debemos enfrentar. Por esta razón se está
convirtiendo en un riesgo para la salud si se presenta en forma crónica. Si las
angustian perduran, estas amenazan la salud; una mayor cantidad de cambios en
la vida y de molestias está vinculada con una mayor probabilidad de
enfermedades físicas.
La ansiedad influye, principalmente, en la contracción de enfermedades
infecciosas tales como resfriados, gripes y herpes. Estamos constantemente
expuestos a esos virus, pero normalmente nuestro sistema inmunológico los
combate, sin embargo, con la ansiedad esas defensas fallan. Las diferencias en
resistencia a las enfermedades infecciosas se deben, en parte, a las tensiones
de la vida. Cuantas más ansiedades existan, mayor será la incidencia de males
infecciosos.
Durante la tensión las respuestas hormonales suprimen ciertas funciones
inmunológicas, haciendo que las personas sean más susceptibles a los patógenos
que causan los males infecciosos. Cuando la ansiedad persiste, las actividades
inmunológicas pueden estar deprimidas.
Un estudio realizado en parejas casadas que durante tres meses llevaron
listas diarias de peleas y episodios perturbadores mostró que: tres o cuatro
días después de una serie especialmente intensa de preocupaciones, cayeron
enfermos de un resfriado una infección al aparato respiratorio superior. Ese
período es precisamente el tiempo de incubación de muchos virus comunes del
resfriado, lo que sugiere que estar expuestos mientras tenían mayores
preocupaciones y trastornos los hizo especialmente vulnerables (Goleman, 1996).
Lo mismo se aplica para el virus del herpes: tanto el tipo que provoca
llagas en los labios como el que origina lesiones genitales. Cuando las
personas han quedado expuestas al virus del herpes, está permanece latente en
el organismo y se manifiesta de vez en cuando. La actividad del virus del
herpes puede ser rastreada por los niveles de anticuerpos del mismo que hay en
la sangre. Utilizando esta medición, la reactivación del virus se ha encontrado
en estudiantes de medicina que se encuentran rindiendo exámenes de fin de año y
en mujeres recién separadas.
El precio de la ansiedad no sólo es que disminuye la respuesta
inmunológica; otra investigación está mostrando efectos adversos en el sistema
cardiovascular. Mientras la hostilidad crónica y episodios repetidos de ira
parecen poner a los hombres en un gran riesgo de enfermedad cardíaca, las
emociones más mortales en las mujeres pueden ser la ansiedad y el temor. Lo que
ocurre es que sistema nervioso simpático activado hace que los riñones retengan
sal, la cual altera la regulación de la presión arterial en las personas
susceptibles debido a las preocupaciones (Davidoff, 1989).
También la ansiedad tiene un papel relevante, en situaciones tales como las
operaciones quirúrgicas, el Dr. Camran Nezhat, de la Universidad de Stanford
dice: "si alguien debe someterse a una cirugía y me dice que ese día
siente pánico y no quiere pasar por ella, cancelo la intervención. Cualquier
cirujano sabe que las personas que están muy asustadas tienen problemas durante
la operación. Sufren hemorragias abundantes y más infecciones y complicaciones;
además, tardan más tiempo en recuperarse".
La razón es evidente: el pánico y la ansiedad elevan la presión sanguínea y
las venas dilatadas por la presión, sangran más abundantemente cuando el
cirujano hace la incisión con el bisturí. La hemorragia excesiva es una de las
complicaciones quirúrgicas más molestas y puede provocar la muerte (Goleman,
1996).
Debido a que el costo médico de la ansiedad es tan alto, las técnicas de
relajación se utilizan para aliviar los síntomas de una amplia variedad de
enfermedades. Estas incluyen problemas cardiovasculares, algunos tipos de
diabetes, artritis, asma, alteraciones gastrointestinales y dolor crónico, por
nombrar algunas.
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