Evaristo Fuentes Melián
Lo cierto es que en Relaciones
Internacionales la solución sería poner tecnología (maquinaria y personal
cualificado que enseñe a manejarla) en los países subdesarrollados que lo
necesiten. Entonces, los pueblos se desarrollarían cada cual en su territorio y
Dios en el de todos. Pero, dada la agresividad capitalista existente, ninguna
gran empresa multinacional (que al fin y al cabo son las que manejan el mundo
por encima de los gobiernos y partidos políticos) se prestaría de buen grado a
dejar de ingresar sus suculentas ganancias. Habría que organizar (¡qué utopía!)
una moratoria de cien o más años, en la cual las empresas multinacionales
dejaran de ‘obsesionarse’ con sus ganancias y enseñasen a los países
tercermundistas a desarrollar y administrar sus propios bienes;
democráticamente repartidos, por supuesto. Eso sería todo lo contrario de lo
que está pasando, puesto que se les está vendiendo principalmente material
bélico. Habría que cerrar (¡otra utopía mayor!) las fábricas de armamento,
destruyendo el existente.
En la película Kandahar, rodada en
Afganistán un poco antes de comenzar el conflicto en su territorio, uno de los
actores dice esta frase: “Aquí lo único que hay moderno es el armamento”.
Triste realidad.
Espectador
No hay comentarios:
Publicar un comentario