Odalys Padrón
Si alguien se ha sorprendido de ver el apellido Borbón en los Papeles de
Panamá significa que, como en innumerables ocasiones se ha denunciado, la
desinformación a la que nos someten funciona. Herbert Marcuse ya cuestionó la
posibilidad de utilizar a los medios de comunicación como medios de
manipulación y no como medios de información. En este caso es evidente. El
periodista Gregorio Morán ha dicho “Juan Carlos I fue el mayor comisionista del
país, su corrupción era descarada”, “El primer hombre notable que inició la
corrupción en la Transición fue el rey”, “el rey era el mayor operador
fraudulento del país gracias a la impunidad que le concedía el Estado y la de
su real gana. Y así siguió hasta que los suyos hubieron de cesarle porque ponía
en peligro la supervivencia de la institución”, “lo que unió de verdad a los
vencedores de la Transición no fue la Constitución de 1978 sino los negocios”.
El exsenador Iñaki Anasagasti definió a Juan Carlos I de Borbón como “un gran
corrupto” y “un gran comisionista” y “uno de los grandes instigadores del golpe
de estado” del 23F. El catedrático de economía, Roberto Centeno, exconsejero
delegado de CAMPSA, ha relatado, en un medio de comunicación, como el monarca y
su testaferro, Manuel Prado y Colón de Carvajal, cobraron una comisión de entre
“uno y dos dólares” por barril de petróleo que compraba el erario público de
España en los países árabes. España pagaba el petróleo más caro, ya que ambos
se llevaban una comisión. Centeno explicó como un petrolero de 200.000
toneladas lleva entre 1.400.000 ó 1.600.000 barriles, así que en el año 1979 un
petrolero les producía “a los comisionistas” un beneficio de 2 millones de
dólares y a los españoles un perjuicio dado que pagamos el sobrecosto.
Respecto a la actividad económica de Juan Carlos I ha existido una cortina
de opacidad y un pacto de silencio que ha impedido conocer una información que
debe ser pública. ¿Cuál es el patrimonio del exrey? El profesor, de la
Universidad de Bruselas, Herman Matthijs, especialista en presupuestos y
patrimonios de las casas reales europeas la cifra en unos 1.600 millones de
euros coincidiendo con los estudios de la revista Forbes y el diario
estadounidense The New York Times ¿Alguna vez ha declarado Juan Carlos I algo a
Hacienda? ¿Dónde tienen los Borbones las cuentas corrientes, en España como
patriotas o en paraísos fiscales?¿Tienen patrimonio inmueble o sólo ha usado el
patrimonio del Estado toda su vida?¿Lo aforaron porque parte de su patrimonio
se obtuvo muy turbiamente?¿Cuál es su origen, legal o ilegal? Relatan las
crónicas que Valls Taberner, presidente del Banco Popular administró una
“suscripción popular” para aportar liquidez al nuevo rey que en 1976 llegaba
sin un duro a la corona porque Franco le daba dinero con “cuentagotas”. The New
York Times sostiene que Juan Carlos dispone de una red de testaferros que
encubren la titularidad de sus inversiones y bienes atesorados. El testaferro,
según la Real Academia Española, es la persona que presta su nombre en un
contrato, pretensión o negocio que en realidad es de otra persona. Pilar de
Borbón ha declarado, y así lo recoge la hemeroteca, “soy una modesta ama de
casa que trata de echar una mano a todos”. Dicho queda y como dice el refrán “a
buen entendedor, pocas palabras bastan”.
Según la investigación coordinada por el Consorcio Internacional de
Periodistas de Investigación (ICIJ) grandes bancos de todo el mundo crearon
sociedades pantalla para que los clientes que así lo solicitasen pudiesen
mantener su patrimonio oculto, lejos de la Hacienda de sus respectivos países,
entre ellos aparecen tres entidades bancarias españolas: El Santander, BBVA y
Banc Sabadell. Se estima, porque es muy difícil saberlo, que la cantidad de
capital eludido por las empresas españolas en paraísos fiscales supera el total
del Producto Interior Bruto de España. Según el Sindicato de Técnicos de
Hacienda, los evasores fiscales nos salen caro al resto de contribuyentes ya que
los que tributamos veremos incrementar los impuestos entre 600 y 800 euros
anuales para compensar lo que los “defraudadores” dejan de aportar.
Indigna leer que en esa lista aparecen, según algunos medios de
comunicación, 72 jefes o exjefes de Estado. Algunos de ellos han aparecido en
cumbres internacionales abogando por la redistribución de la riqueza y apelando
a la solidaridad. Políticos y personajes públicos como Pedro Almodóvar que
encabezó un manifiesto instando a “mover ficha por la unidad popular”. Un
llamamiento a “todas las fuerzas que se oponen a las políticas de austeridad”
para que se uniesen. En 2013 técnicos de hacienda informaban que el fraude y la
evasión fiscal suponen una pérdida de 90.000 millones de euros anuales para el
Estado. Cantidad superior, anualmente, a los recortes que nos han convertido en
uno de los países de la Unión Europea con mayor desigualdad social. Mientras
estos recortes azotan al trabajador español los Almodóvar reciben un euro
público por cada cinco de taquilla. La productora de Pedro Almodóvar ha
recibido 6,4 millones de euros de dinero público en subvenciones desde 2006.
Los papeles de Panamá han demostrado, aún más, si cabe, que son los
trabajadores, el 95%, los que enriquecen con su trabajo a una clase privilegiada
y déspota, el 5%, que nos roba calidad de vida. En el verano de 2014, Warren
Buffet, uno de los hombres más ricos del planeta, sorprendió al mundo
denunciando que pagaba pocos impuestos y
relató como a él se le había gravado el 17% por su fortuna mientras a los 20
trabajadores de su oficina le gravaban con tipos del 33% al 41%. Esto es el
mundo al revés, por eso no es casualidad que haya sido un “paraíso fiscal” como
Panamá el que haya tomado protagonismo en este escándalo mundial. Un país donde
para decir ¿qué paso? utilizan la expresión ¿qué xopá? una inversión silábica,
o sea, sílabas pronunciadas al revés. Permítanme que les diga lo que pasó…
“xopá” que empieza la campaña de la Renta 2015 para todos los agraviados que no
podemos ir a Panamá.
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