Juan Calero Rodríguez
Las noticias trajeron este viernes 25 de marzo la muerte de Dariel Alarcón
Ramírez -tan solo Benigno, como aparece en las páginas del diario del Che en
Bolivia- en París, no en el París con aguacero de César Vallejo, sino en el
París del exilio cubano.
Se incorpora al Ejército Rebelde dirigido por Fidel en venganza a la muerte
de su mujer en manos de los soldados batistianos. Guajiro, y analfabeto hasta
después del triunfo de la Revolución Cubana, fue disputado tanto por Camilo
Cienfuegos, como por el Che, por sus dotes extraordinarias de hombre de guerra,
para formar parte de sus destacamentos especiales. Avanzó hacia occidente con la
columna ‘Maceo’, comandada por Camilo, siendo la primera en entrar a La Habana,
en 1959.
Completa su extenso historial de guerrillero instintivo haber combatido en
las filas del batallón cubano en la guerra de Argelia, en 1961; infiltrarse y
combatir en el exterminio de las tropas anticastrista del Escambray cubano, en
1963. Combatiente fiel al Che en la guerra del Congo, en 1965 y en 1967 en
Bolivia, hasta el día en que lo toman prisionero y lo matan. Como sobreviviente
del Che, huye dos mil kilómetros por tierras bolivianas siendo perseguido con
una herida de bala, junto a los cubanos Harry Antonio Villegas ‘Pombo’ y
Leonardo Tamayo ‘Urbano’ y tres bolivianos conocidos como Darío, Ñato e Inti,
hasta entregarse en Chile. Solo cinco lograron sobrevivir. Estuvo en misión
secreta en 1968, en Perú, vuelve a Bolivia en el segundo intento guerrillero,
en 1969 y luego en la guerra de Angola participa en algunas de las principales
batallas contra las tropas de Holden
Roberto y Jonás Sambivi, que él mismo había ayudado a formar en Cuba; así como
la de ser el jefe e instructor en las dependencias especiales PETI a la mayoría
de guerrilleros latinoamericanos
que pasan por
Cuba.
Extenso historial como guerrillero. Incómodo ante las injusticias, eterno
rebelde.
Pero este viernes 25 de marzo las noticias nos dijeron que había muerto
Benigno en París, no en el París con aguacero de César Vallejo, sino en el
París del exilio cubano.
No es la casualidad de un puñado de locos aventureros durante más de medio
siglo, sino de varios millones de cubanos de un total de once, que han
preferido combatir por su vida en las tropas del exilio o lanzarse al mar en
busca de guarida.
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