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sábado, 30 de abril de 2016

110 AÑOS DE UNA VISITA REAL


Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL


La llegada de Alfonso XIII a las Islas Canarias, en los últimos días del mes de marzo de 1906, representó la primera visita de un monarca español a nuestro archipiélago. Se cumplen 110 años de aquel acontecimiento, centrando el siguiente artículo en su estancia en Tenerife entre los días 26-29 de marzo. En ese sentido, analizaremos un extenso trabajo publicado en el periódico «El Tiempo», en su edición del 29 de marzo de 1906, disponible en la red gracias al portal Jable de la ULPGC. Alfonso XIII, tras su llegada al muelle, se desplazaría hasta La Laguna. “La batería de Montaña, colocada en San Roque, saludó al Rey con 21 cañonazos, mientras la banda dejaba oír los acordes de la marcha real”. Su salida del municipio fue multitudinaria. Tacoronte sería otro de los lugares donde Alfonso XIII fue gratamente recibido, confeccionándose a lo largo de las carreteras numerosas alfombras de flores. El siguiente destino sería el Sauzal. En aquel pueblo, el Ayuntamiento, las autoridades y numerosos vecinos se agolparon para ver al joven monarca, creándose, al efecto, un sencillo arco de bienvenida en el que se podía leer lo siguiente: “A. S. M el Rey”. En La Matanza, las casas se decoraron expresamente con sus mejores galas, lanzando las mujeres del lugar multitud de flores que inundaron el coche del rey. El trayecto continuó y se detuvo en Santa Úrsula. En aquel rincón se preparó uno de los recibimientos más emotivos, ofreciendo el pueblo un ambiente de gran animación gracias a la multitud de banderas y gallardetes que se distribuyeron, junto a la presencia de un hermoso arco triunfal y un precioso templete. Apoteósico sería el recibimiento creado por Enrique Ascanio, decorando, con gran belleza, la carretera que llegaba hasta su finca y los espaciosos almacenes de empaquetado de plátanos, construyendo un total de diecinueve arcos, definiendo el espacio entre uno y otro con multitud de gallardetes y banderas. Nuevos arcos marcaron el rumbo de la comitiva con dirección al hotel Humboldt Kurhaus (posteriormente, hotel Taoro). La población portuense acudió con gran expectación para observar lo que allí ocurría. En la entrada del edificio se confeccionó una alfombra marcada por diversas tonalidades, elaborándose un arco en la entrada del hotel con la particularidad de estar realizado a imitación de los “abanicos japoneses”. Allí, la comitiva disfrutó de un agradable almuerzo en compañía de militares, personal autorizado y diversos invitados. Tras el almuerzo, el maestro Agrícola E. García, entregó al monarca un impreso del pasodoble Alfonso XIII, escrito expresamente por tal músico para ser interpretado en su presencia. Desde el hotel se trasladaron a observar y disfrutar de la presencia de diversas calles del núcleo portuense. El muelle, la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia y diversas calles del municipio fueron objeto de admiración del monarca, atendiendo a la explicación del proyecto de un puerto en el lugar, desfilando ante su presencia un numeroso grupo de niñas con edades comprendidas entre 6 y 10 años llevando una divisa bajo el siguiente lema: “El Puerto de Martiánez será nuestro porvenir”. En La Orotava, sería nuevamente objeto de admiración. Las ventanas y balcones presentaron un aspecto único, engalanándose con ricas colgaduras y numerosas flores. Se ofreció en torno a su persona una misa en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, asistiendo la corporación municipal y numerosos vecinos. El alcalde orotavense le entregaría un plano de plata realizado en relieve de la isla de Tenerife, acordando el pleno municipal cambiar la denominación de plaza de la Constitución por el nombre de plaza Alfonso XIII. Numerosas muestras de afecto marcaron el regreso a la capital tinerfeña, desplazándose hasta el muelle diversas personas para ofrecer una calurosa despedida al primer monarca reinante que arribó a las siete islas de nuestro archipiélago en su larga trayectoria histórica.

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