Evaristo Fuentes
Meliáan
Vi el pasado domingo día
30, por LA CUATRO TV, un reportaje sobre varios aviones que han desaparecido en
pleno vuelo sin dejar rastro. El último, el B 777 de Malasia, que se fue sin
que se sepa el motivo por ruta distinta
a la prevista. Desde los años treinta, siglo XX, hay varios casos, algunos de
ellos DC3, que es la marca y el modelo del avión que está desde 1966 hundido en
el mar panza arriba, a veinte metros de profundidad cerca de la costa de El Sauzal. Se dirigía al viejo aeropuerto de Buenavista,
isla de La Palma, donde nunca desapareció definitivamente ninguno en aquel
hondo barranco que limitaba con la pista
de aterrizaje.
Después del accidente
de los jumbos, 27.marzo.1977, hubo otro en 1980, cerca de Los Rodeos, hacia La
Esperanza, montaña del Diablillo
concretamente, y estuvieron buscando toda la tarde para encontrar los restos
del aparato y de los pasajeros y tripulantes horriblemente mutilados. Si en una isla, territorio tan pequeño, fue tan
difícil encontrar el avión siniestrado, en la inmensidad del océano es mucho más difícil. Sin embargo, el
presentador del susodicho programa de la CUATRO TV les estaba dando a las
desapariciones de aeronaves, un carisma sobrenatural, espirituoso, de fuerzas
malignas, de OVNIS que raptaron a esos aviones, en triángulos mundialmente
famosos como el de Las Bermudas. Pero yo no creo en nada de eso ni en
periquitos preñados, en la inmensidad del océano es más difícil de hallar unos
restos que una aguja en un pajar.
Nota final.- Como
contraste psicodélico y prueba fehaciente de hipnotismo colectivo, es el caso reciente en las cercanías de la costa
de Telde en Gran Canaria, en el que varios individuos ‘vieron’ un avión--¡y el modelo y la marca de fábrica
y todo!-- donde solamente había un barco con una grúa.
Espectador
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