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martes, 19 de julio de 2022

CATORCE DE JULIO

Isidoro Sánchez García

El 14 de julio pasado asistí a un acto que se celebró en el salón plenario del ayuntamiento del Puerto de la Cruz, isla canaria de Tenerife. Trató de una charla del ingeniero de caminos español, Fernando Sáenz Ridruejo, sobre don Agustín de Betancourt y Molina, ilustre ingeniero civil nacido en 1758 a escasos metros de la sede municipal en la casa que hoy es hotel Monopol. El acto se organizó en el marco de la semana de las fiestas portuenses por cuanto ese día se cumplían 198 años del fallecimiento de uno de los ingenieros más importantes de España.  Comenzó la actividad con una bienvenida por parte del alcalde y del presidente de la Fundación cultural de ingeniería y arquitectura ‘Betancourt y Molina’, el amigo Rufino García. He de reconocer que asistí porque me avisó desde Alemania el amigo e ingeniero técnico industrial, Abel Cedrés, que sabe bien de mi admiración por uno de los personajes canarios más importantes de la historia de la ingeniería civil española. Además porque se trataba de un personaje íntimamente relacionado con La Orotava, mi Villa natal, por cuanto sus padres contrajeron matrimonio en ella y su hermano José fue el primer alcalde constitucionalista de La Orotava, en 1812 y 1813, el municipio donde ambos hermanos tienen rotulada una calle.

No fue mucha gente, pero entiendo que la presencia de la familia Cullen Salazar, particularmente del compañero Juan, responsable en La Orotava del archivo Betancourt y Molina, así como de los amigos Monteverde, Machado y Fernández, todos ellos ingenieros de diferentes ramas, al igual que Antonio Burgos, profesor de la ULL, y la familia Sierra, así como la de algunos concejales y exalcaldes, fue suficiente para dignificar la efeméride relacionada con el ínclito Agustín de Betancourt. He de reconocer que la charla por video conferencia del ingeniero Sáenz Ridruejo desde Madrid fue excelente, didáctica y pedagógica, a la hora de repasar por un power point la biografía de nuestro distinguido paisano del que tuve la suerte de conocer su legado por tierras rusas a finales del siglo pasado en mi etapa política. Primero como diputado del Parlamento europeo y el mundo de la cooperación, luego como concejal del ayuntamiento del Puerto de la Cruz y responsable de las relaciones institucionales, y también como miembro de la Fundación en la etapa liderada por el general y amigo Francisco Santos Miñón.  Inolvidable la campaña que hice con Juan Cullen y Milagros Luis, como consejera de Educación del gobierno de Canarias, a la hora de enseñar en Europa la correspondencia familiar de los Betancourt y Molina.

Me llamó la atención de la charla el rigor de la exposición técnica de la biografía de don Agustín de Betancourt y las referencias a los biógrafos del ingeniero hispano ruso entre los que recuerdo a don Antonio Rumeu de Armas, Manuel Rodríguez Mesa y Amílcar Martín además de Sebastián Padrón Acosta y Antonio Ruiz. Los veinte años que pasó el joven Agustín en Canarias, 1758-1778, los años vividos en Madrid y París además de su estancia en Inglaterra y en la Rusia zarina de Alejandro I, entre 1808 y 1824, nos sirvió para recordar el grado de conocimientos que caracterizó a don Agustín de Betancourt sobre todo después de haber fundado en España la escuela de ingenieros de caminos y canales y luego en San Petersburgo (Rusia) la de Vías y Comunicaciones.    

Finalizado el acto participamos en un turno de preguntas y el amigo Rufino recibió de manos del alcalde un ejemplar del libro escrito por la ingeniera rusa Olga Egorova, que había sido editado hace pocos años por el ayuntamiento portuense. También nos recordó que en julio de 2024, se cumplirán los 200 años del fallecimiento de nuestro personaje y asimismo el reconocimiento que el Cabildo de Tenerife le había hecho como Hijo Ilustre en 2018. Al alcalde le faltó señalar que también el ayuntamiento portuense había declarado a don Agustín de Betancourt y Molina como Hijo Predilecto del municipio, curiosamente a propuesta de este relator. No obstante nos invitó a visitar el inmueble donde nació y vivió Agustín de Betancourt y Molina así como a colocar una ramo de flores en el busto situado en la plaza de la Iglesia. Fue cuando tuvimos la oportunidad de compartir recuerdos y no pude dejar de comentar entre los compañeros la labor que también ha realizado en los últimos años el amigo y profesor Carlos Puente Martín con sus charlas en el Puerto de la Cruz y con la edición de su libro ‘Tres egregios españoles en la corte de San Petersburgo’.

Al regresar a la plaza de Europa me acordé también de otros catorce de julio, ya que en esa fecha también falleció en 1816 un famoso político descendiente de familia canaria, el venezolano Francisco de Miranda. El otro aniversario se refería al 14 de julio de 1789 cuando se inició la revolución francesa con el Asalto a La Bastilla. 

No obstante conviene recordar ahora el mensaje que dejó Gorbachov cuando vino a España en la perestroika y señaló que Agustín de Betancourt tuvo vocación europeísta y fue el más ilustre colaborador que jamás había tenido Rusia. Contribuyó a su modernización, añadimos los betancouristas.

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