Isidoro Sánchez García
El 14 de julio pasado asistí a un acto que se celebró en el
salón plenario del ayuntamiento del Puerto de la Cruz, isla canaria de
Tenerife. Trató de una charla del ingeniero de caminos español, Fernando Sáenz
Ridruejo, sobre don Agustín de Betancourt y Molina, ilustre ingeniero civil
nacido en 1758 a escasos metros de la sede municipal en la casa que hoy es
hotel Monopol. El acto se organizó en el marco de la semana de las fiestas
portuenses por cuanto ese día se cumplían 198 años del fallecimiento de uno de
los ingenieros más importantes de España.
Comenzó la actividad con una bienvenida por parte del alcalde y del
presidente de la Fundación cultural de ingeniería y arquitectura ‘Betancourt y
Molina’, el amigo Rufino García. He de reconocer que asistí porque me avisó
desde Alemania el amigo e ingeniero técnico industrial, Abel Cedrés, que sabe
bien de mi admiración por uno de los personajes canarios más importantes de la
historia de la ingeniería civil española. Además porque se trataba de un
personaje íntimamente relacionado con La Orotava, mi Villa natal, por cuanto
sus padres contrajeron matrimonio en ella y su hermano José fue el primer
alcalde constitucionalista de La Orotava, en 1812 y 1813, el municipio donde
ambos hermanos tienen rotulada una calle.
No fue mucha gente, pero entiendo que la presencia de la
familia Cullen Salazar, particularmente del compañero Juan, responsable en La
Orotava del archivo Betancourt y Molina, así como de los amigos Monteverde,
Machado y Fernández, todos ellos ingenieros de diferentes ramas, al igual que
Antonio Burgos, profesor de la ULL, y la familia Sierra, así como la de algunos
concejales y exalcaldes, fue suficiente para dignificar la efeméride
relacionada con el ínclito Agustín de Betancourt. He de reconocer que la charla
por video conferencia del ingeniero Sáenz Ridruejo desde Madrid fue excelente,
didáctica y pedagógica, a la hora de repasar por un power point la biografía de
nuestro distinguido paisano del que tuve la suerte de conocer su legado por
tierras rusas a finales del siglo pasado en mi etapa política. Primero como
diputado del Parlamento europeo y el mundo de la cooperación, luego como
concejal del ayuntamiento del Puerto de la Cruz y responsable de las relaciones
institucionales, y también como miembro de la Fundación en la etapa liderada
por el general y amigo Francisco Santos Miñón.
Inolvidable la campaña que hice con Juan Cullen y Milagros Luis, como
consejera de Educación del gobierno de Canarias, a la hora de enseñar en Europa
la correspondencia familiar de los Betancourt y Molina.
Me llamó la atención de la charla el rigor de la exposición
técnica de la biografía de don Agustín de Betancourt y las referencias a los
biógrafos del ingeniero hispano ruso entre los que recuerdo a don Antonio Rumeu
de Armas, Manuel Rodríguez Mesa y Amílcar Martín además de Sebastián Padrón
Acosta y Antonio Ruiz. Los veinte años que pasó el joven Agustín en Canarias,
1758-1778, los años vividos en Madrid y París además de su estancia en
Inglaterra y en la Rusia zarina de Alejandro I, entre 1808 y 1824, nos sirvió
para recordar el grado de conocimientos que caracterizó a don Agustín de
Betancourt sobre todo después de haber fundado en España la escuela de
ingenieros de caminos y canales y luego en San Petersburgo (Rusia) la de Vías y
Comunicaciones.
Finalizado el acto participamos en un turno de preguntas y el
amigo Rufino recibió de manos del alcalde un ejemplar del libro escrito por la
ingeniera rusa Olga Egorova, que había sido editado hace pocos años por el
ayuntamiento portuense. También nos recordó que en julio de 2024, se cumplirán
los 200 años del fallecimiento de nuestro personaje y asimismo el
reconocimiento que el Cabildo de Tenerife le había hecho como Hijo Ilustre en
2018. Al alcalde le faltó señalar que también el ayuntamiento portuense había
declarado a don Agustín de Betancourt y Molina como Hijo Predilecto del
municipio, curiosamente a propuesta de este relator. No obstante nos invitó a
visitar el inmueble donde nació y vivió Agustín de Betancourt y Molina así como
a colocar una ramo de flores en el busto situado en la plaza de la Iglesia. Fue
cuando tuvimos la oportunidad de compartir recuerdos y no pude dejar de
comentar entre los compañeros la labor que también ha realizado en los últimos
años el amigo y profesor Carlos Puente Martín con sus charlas en el Puerto de
la Cruz y con la edición de su libro ‘Tres egregios españoles en la corte de
San Petersburgo’.
Al regresar a la plaza de Europa me acordé también de otros
catorce de julio, ya que en esa fecha también falleció en 1816 un famoso
político descendiente de familia canaria, el venezolano Francisco de Miranda.
El otro aniversario se refería al 14 de julio de 1789 cuando se inició la
revolución francesa con el Asalto a La Bastilla.
No obstante conviene recordar ahora el mensaje que dejó
Gorbachov cuando vino a España en la perestroika y señaló que Agustín de
Betancourt tuvo vocación europeísta y fue el más ilustre colaborador que jamás
había tenido Rusia. Contribuyó a su modernización, añadimos los betancouristas.
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