Sumergía sus filamentos castaños
en la castaña quebrada
sobre la espalda
Sus estambres desmantelaba
enredaderas y nudos ondulados
de sueños
Parecía un chupamiel
retozando con el rocío
de las hebras aromadas
de aceituno
Con el correr del tiempo
se marcharon los atardeceres
y las noches de vaivenes
en la mecedora y en el canto
del petate
Palideció el plástico rastrillo
como palidece la cascada erosionada
Y a la vuelta de un segundo
botó sus dientes como el árbol
bota sus hojas de otoño y la madeja libera
sus hilos al viento
Entonces sus escombros
también se abrazaron
al viejo cajón de los recuerdos.
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